Con la liga española más azulgrana que blanca veo a un televisivo Van Gaal festejar el triunfo del Bayern de Munich en la Bundesliga. El que fuera insípido y a menudo malencarado entrenador aquí: "nunca positivo, siemprrrre negativo", exultante de gozo, carente de vergüenza, daba botes enseñando el calcetín en un balcón. Y cuando los saltos dieron paso a las palabras alguien me dijo: "la verdad es que un discurso en alemán acojona", tan resuelta, poderosa, tajante y agresiva suena la fonética germana. La rotunda Merkel ha recibido estos días un buen palo electoral en Renania por culpa del rescate financiero y ahora se justifica ante sus compatriotas, acusica y marisabidilla, estricta y gutural, regañando a la Península Ibérica. El caso es que la cancillera que no es dama de hierro sino de iridio posee mucho más peso específico que Rajoy. Zapatero así lo ha debido entender, pues a ella y a la vieja Europa le da todo lo que al jefe de la Oposición le niega. O eso o la fonética, que ya se sabe que la gallega es dulce, cantarina y no impone. Por eso el Gobierno ha vuelto a cambiar de criterio en escasas horas pues el presidente que no aceptaba tras la reunión con el popular un recorte acelerado del déficit --debilitaría la recuperación-- ha dado órdenes a Salgado de que diga sí a todo en Bruselas. Al fin y al cabo ellos le quieren --le han dado el fondo de rescate y Rajoy solo malas palabras--. Conclusión: habrá una disminución del gasto público de 15.000 millones de euros en dos años. No queda otra que obedecer la voz de su amo y de ahí la súbita decisión. De modo precipitado ahora los ministerios deciden en 48 horas dónde meter la tijera. Dicen que Blanco se ha puesto lívido. Empiezan los sacrificios ya que este en realidad es un recorte adicional para generar confianza en nuestros socios europeos, pero al fin la bolsa sube. Quizá porque está claro que solo hay una cosa peor en política --y en la vida-- que tomar una decisión equivocada. No tomar ninguna. Ojalá ZP no lo haya entendido demasiado tarde.