La lluvia que tanto beneficio nos trae, también no lleva de cabeza a los cacereños. Al denso tráfico que se monta, hay que unir lo mal que se transita con los paraguas y, sobre todo, el estado de las baldosas, una gran mayoría sueltas, llenas de agua, que nos empapan los pies cuando pisas en ellas y nos irritan.

Hace dos años visité Viena, ciudad de duros otoños e inviernos, con lluvia y nieve, y comprobé que las calles no se revisten de baldosas, sino de una capa uniforme de no sé que material, pero que evita resbalones y, sobre todo, que no se convierten en un ‘piano’ patrimonio de la humanidad. Seguramente no será muy estético, pero, claro, no vas por Viena observando el suelo, sino su belleza monumental que se encuentra en otras alturas.

Señores del Ayuntamiento de Cáceres, ¿cuántas veces se han cambiados las baldosas de las calles principales y cuánto dinero se lleva gastado en estas operaciones, y todo sigue igual pasados unos meses? O se hace un mal trabajo o, sencillamente, hay que abandonar las baldosas.

JÓVENES

Me rebelaré contra

esta sociedad

Juan M. Salgado

Estudiante

Diariamente nos sentimos amenazados por la presión competitiva a la que estamos sometidos. Tememos no ser los mejores. Intentamos superar nuestros miedos dibujando en nuestro rostro una tensa sonrisa. Dirigimos esfuerzos en demostrar que estamos bien informados, que tenemos un conocimiento claro de lo que está pasando en el mundo, aunque no tengamos la menor idea, repetimos lo mismo que otros para no parecer estúpidos. No nos conformamos con el bien, queremos ser notables. En el trabajo nos encerramos en nuestro búnker y discutimos con nosotros mismos.

Asumimos que no está permitido equivocarse. Hay mucha gente esperando un simple fallo para intentar sobrepasarte en la escala de valores. Tal es la enajenación que ni siquiera resulta extraño encontrarse a dos personas golpeándose por llevar la razón, como si les fuera la vida en ello. ¿Qué tipo de sociedad somos? Cada día resulta más difícil recibir ayuda. Es complicado escuchar una disculpa, existe miedo a mostrarse débil.

No se respeta la diversidad ideológica y cultural; rápidamente clasificamos lo diferente como antagónico y absurdo. ¿Cuáles son nuestras expectativas? Yo me esforzaré por llevar la contraria.

Ayudaré al que necesite ayuda, sin esperar ningún beneficio. Pediré perdón cuando me equivoque, incluso sin equivocarme. No me importará parecer estúpido. Me centraré en escuchar todo tipo de ideas, por lejanas que me resulten. Tenemos que reflexionar sobre qué sociedad queremos y actuar en consecuencia. Se puede vencer al miedo.

SIN TIEMPO

¡Qué bien vivimos los universitarios!

Jorge Llorca

Estudiante

A las 6.45 horas suena el despertador. Desayuno, me arreglo y me preparo la fiambrera. Comienzo en la oficina a las ocho. Soy becario: tengo la misma responsabilidad que los demás, pero la mitad de tiempo. A las 14.30 horas voy a la facultad, como en diez minutos, entro en clase y me mandan tres trabajos para entregar la semana que viene.

Al salir, reparto las tareas con mis compañeros. Me voy corriendo porque por la tarde trabajo en un centro comercial para costearme los estudios. Llego a casa a las 23.30 horas, ceno, adelanto mis tareas y programo el despertador para seguir el sábado. Sobre la 1.30 caigo exhausto en la cama. El viernes perfecto.

¡Qué bien vivimos los universitarios!