Como catalán, siento pena, tristeza y mucha vergüenza que una parte de compatriotas colaboren con unos ambiciosos individuos a destruir su propia patria chica, y como español, además de vergüenza, estupor, ver y escuchar a los principales promotores de esta locura independentista, arengas repletas de mentiras y críticas ofensivas contra España, saltarse las normas, infringir leyes, incitar al pueblo al desacato y desobediencia al Estado, gravísimo e irreparable daño imposible de valorar por su enorme repercusión, puedan presentarse a las elecciones.

Nadie con sentido común, confiará en personas que han demostrado pocos escrúpulos al no parar a tiempo su rebelión, para evitar la ruina de toda una región para satisfacer su ambición y ansias de poder, solo la gente de mentalidad simple, luces opacas o muy fanáticos pueden darles crédito.

La petulancia de una liebre en una competición de velocidad con una tortuga, le permitió una siesta, aprovechó la tortuga para poner en aprietos a la liebre.

Igual al señor Mariano Rajoy al llegar al poder, empezó la competición con los independentistas catalanes, eran solo unos centenares, en la actualidad más de dos millones.

Las desgracias son más dolorosas al saber que podían evitarse, la negligencia de unos y la ambición de otros a ocasionado este descalabro, pero como ocurre siempre, no se encontrará ningún responsable.