TNto me convence y no me gusta. No porque piense que miente, sino por la resignación y el fatalismo que sus argumentos trasmiten. El consejero de Sanidad ha dado a conocer en el parlamento de Extremadura la situación --mala-- de las listas de espera quirúrgicas, y explicaba las razones.

Decía, según veo en la prensa, que mientras el número de operaciones ha caído porque no hay dinero para peonadas, han subido las indicaciones de intervenciones, y esto debido al aumento de la jornada laboral en consultas de especialistas y al incremento de pruebas diagnósticas; desajuste que ha llevado a un alza del 13,4 % en las listas de espera. Menos que la media nacional porque el problema presupuestario es general, puntualizaba el responsable de la sanidad extremeña. ¡Ya está! Fatalismo ante lo inevitable, como si esperar y esperar fuera la única opción posible; como si se resignara --y tuviéramos que resignarnos-- a que cuando nos llegue el turno pueda ser ya demasiado tarde.

No me convence y no me gusta porque no ofrece salida. Da la impresión de haber tirado la toalla, y eso no se lo puede permitir ningún responsable público, y menos el que tiene por misión velar por la salud de los ciudadanos. No puede permitírselo ningún gobierno, menos aún el que se enorgullece de estar entre los más ahorradores de España. La salud es el bien máximo, lo aprendemos al perderla, o casi peor aún, cuando la pierden quienes amamos. No pueden estar orgullosos del ahorro conseguido, de haber hecho bien los deberes, mientras se pone en riesgo la salud de las personas. Además, deberes presentados, en última instancia, ¿ante quién?, y ¿para qué? ¿Para que presuma el presidente Monago de hacer historia por haber reducido el déficit por debajo de lo permitido? Una locura mientras 23.000 personas esperan a que las llamen para operarse.