Tengo un amigo que sostiene que a los niños de Madrid les inoculan el sentimiento español con el agua del Canal de Isabel II que llega a nuestros hogares. Y yo siempre le respondo que me gustaría contrastar su opinión con la de otros padres de Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares, Galicia, Canarias o Cataluña para poder comprobar si el agua que les dan allí contiene la misma bacteria. Seguro que con matices, seguro que con sentimientos superpuestos, pero me gustaría pensar que las generaciones posteriores a la dictadura y a la transición van despojando a la palabra España de las connotaciones y los prejuicios que arrastran muchos de quienes aún protagonizan nuestro debate político cotidiano. Ojo, ausencia de prejuicios que no impide el pensamiento crítico o la discusión de la reglas del juego. Niños y jóvenes que no viven su realidad como algo excluyente, que hablan con naturalidad la lengua de casa, las lenguas de la calle, las que estudian en el cole, las que reciben por satélite en televisión o con las que navegan por internet. Niñas y jóvenes que aplican la misma habilidad tecnológica para manejar un ordenador que para encajar su vida en un mundo global y diverso. Malear por intereses políticos inmediatos esa capacidad de superponer conocimientos y sentimientos sería imperdonable. En un par de generaciones, muchos de los debates que ahora nos ocupan simplemente serán historia para una inmensa mayoría. Zapatero ha decidido ahora marcar toda la acción de su Ejecutivo con el logotipo Gobierno de España . El presidente explicaba en una entrevista que se trata del fruto de una reflexión personal suya y que pretende simplemente unificar y clarificar ante los ciudadanos el papel de la Administración General del Estado frente a la frenética autopropaganda de los otros niveles de la Administración. Hay quien opina que, además, el Gobierno reacciona ante la constante utilización por parte del Partido Popular de la simbología y el concepto de España, una situación que muchos españoles de izquierda han vivido con más estupefacción que otra cosa.

*Periodista