Dramaturgo

Nuestra vida está marcada por los números. Nacemos en unos dígitos concretos, vivimos un número de años, calzamos y vestimos una talla determinada y medimos física e intelectualmente una cantidad de centímetros equis. A lo largo de nuestra vida los números salen a nuestro encuentro de diversas maneras, desde las páginas de los libros de matemáticas, las esqueléticas relaciones de nuestras nóminas, el importe de las facturas o los resultados de las loterías. Se puede decir de esto último que hay más de una generación de españolitos que consideran como primer villancico de las Navidades al sonsonete del "Gordo de la Navidad". Pasado mañana, lunes 22 de diciembre, se repetirá ese sonsonete, debidamente arreglado y redondeado en euros, y más de uno de nosotros tendrá motivos para soñar. Este año mi amigo Blake no anuncia ninguna adivinación y por las noticias que tengo, no parece que nadie vaya a adivinar el número de la suerte. Para no dejar desierto este páramo de sueños y siguiendo el camino trazado el año pasado cuando dije en esta columna los números que iban a iniciar y a terminar el "Gordo", quiero regalarles como anticipo navideño los que estarán en el bombo como señalados: no se alejen del 7 y tampoco del 5. Tengan en cuenta que este año de 2003 es año impar, muy impar, muy afilado y extremo que lo mismo nos asó con sus calores, nos emocionó con sus amores, sobre todo principescos, que nos heló el corazón arrebatándonos con frialdad sin par, a seres muy queridos (amigo Paco... ¿te acuerdas de mi predicción?). Año impar y sin par, de guerras, adioses y escalofríos. No pierdan de vista al siete ni al cinco, por este orden, ya me dirán algo.