Una semana más que pasa en el culebrón de moda. Como en la alta cocina, está costando encontrar el toque, la mezcla de sabores, el maridaje perfecto. Algo falla en todas las combinaciones. ¿Habrá algo pútrido, pasado de fecha? Nosotros seguimos a lo nuestro: el sainete de los pactos multiplica sus chistes sin gracia en pleitos sobre puestos, sillones, personas. Una muy castiza e incoherente hoguera de las vanidades, en la que no conseguimos quemar dignidades ni malas formas ni arrebatos tácticos. Lo único que se inflama lentamente es una ciudadanía que asiste al desfile de mentiras cada vez menos asombrada. Lo peor, como comentaba con un buen amigo ayer, es que si esto desemboca en nuevas elecciones, ¿quién nos asegura que no volveremos justo al punto en el que estamos ahora?

España se ha apeado, pero el mundo sigue funcionando. A pocas horas de vuelo de aquí, el lunes daba comienza el Foro Económico Mundial. El conocido como "Foro de Davos". Un encuentro especialmente relevante para entender las circunstancias que enfrentaremos a corto y medio plazo.

El enfoque de este año era curioso. Frente a un mundo que envía potentes indicadores de recuperación económica (Estados Unidos) y en el cual algunas amenazas sistémicas lucen aparentemente controladas (Unión Europea), el mundo financiero percibe en cambio señales contradictorias que justifican mantener niveles de alerta. En cierto modo, la pregunta ya no es "¿Cuál y cuándo estallará la siguiente burbuja?" sino la capacidad de controlar el daño cuando lo haga. La duda es si con un enfermo (economía mundial) recuperado pero aún en observación, un nuevo virus puede infectar el sistema más allá de lo controlable. En resumen, ¿nos sitúan las señales económicas en la antesala del infausto 2008? El año en el que la crisis se hizo global e imparable. El año de Lehman Brothers.

Justo la respuesta a esa pregunta ha situado frente a frente a dos "gigantes" de las finanzas y líderes de opinión, como el inversor George Soros y el profesor Nourel Roubini. Soros, húngaro de nacimiento, es un auténtico "gurú" de la inversión y el hombre que tumbó uno de las monedas más fuertes del mercado: la libra esterlina (en 1992, pero es otra historia). Roubini fue quien describió y anticipó con mayor grado de acierto la gran crisis financiera que hemos vivido. Dos pesos pesados que, en esta ocasión, se colocan en las antípodas en la explicación de la situación actual. Soros abrió el fuego, con el tipo de declaración nada ambigua habitual en él: el problema se llama China. El tigre asiático estaría viviendo no un ajuste en su situación económica, sino enfrentándose a un "aterrizaje forzoso". Se apunta a aquellas voces que no creen en el crecimiento que muestran las autoridades chinas (habla de un 3,5% real frente al 6,8% oficial) y que el bajo valor de su moneda es un artificio para ganar tiempo. Añadido al colapso de las materias primas (caída del petróleo, fundamentalmente) y su daño en las economías las emergentes, la nueva recesión estaría, según Soros, ya sobre nuestras cabezas.

Preguntado sobre una vuelta a 2008 (y sobre lo dicho por Soros), Roubuni -algo sorprendido, sin duda- fue claro: no hay tal posibilidad. Primero, porque China se enfrenta a un intenso programa de ajustes que aseguran un "aterrizaje suave". Y, segundo, porque cree que hay menores niveles de deuda (sobre todo, en el sector privado) y ese menor apalancamiento asegura más capacidad de reacción. Y los mercados y gobiernos están más avisados frente a cualquier eventualidad que en el fatídico inicio de la gran recesión.

¿Quién tiene razón? Bueno, sería muy arrogante enmendar la plana a cualquiera de los gigantes. Lo mejor sería escuchar y entender. Aunque hay dos factores que podíamos llamar "objetivos": China es la gran incógnita, y una caída grave repercutiría en el resto del mundo de una forma aún desconocida, afectando sobre todo a USA y a Alemania. Y no existe realmente un menor apalancamiento: toda la reducción de la deuda en el sector privado se "compensa" con un aumento geométrico de la deuda soberana (ejemplo: España ha pasado de deber el 61% del PIB en 2011 a casi el 100% a día de hoy). Y ese no es un problema de fácil solución si encaramos una nueva recesión mundial. ¿Nos encaminamos, por tanto, a ella? No sé, pero recuerden una frase muy repetida: "los mercados han pronosticado 10 de las últimas 3 recesiones".