La inminente ola de frío, acompañada de temperaturas muy bajas, dispara otra vez las alarmas sociales frente al persistente problema de la pobreza energética. Y sobre todo porque la pertinaz sequía que vive toda España sumada a una mayor demanda por el frío encarece la luz al estar producida con las tecnologías más caras del mercado: el gas y el carbón. El ministro de Energía, Álvaro Nadal, estima que el recibo de la luz subirá esta año un 10%, al tiempo que se ha conocido que el precio de la electricidad en los hogares españoles es el quinto más elevado de los países de la Unión Europea. Aunque existan fórmulas como el bono social para ayudar a los más vulnerables, estos son tan excluyentes que alcanzan a pocos de los verdaderamente necesitados. El Ministerio de Energía ha congelado la parte fija del recibo de la luz, pero se está viendo que eso no es suficiente y el precio sigue al alza. La ineficacia de las medidas oficiales adoptadas hasta ahora en todo el país debe alertar a todas las administraciones para adoptar estrategias solidarias, empezando naturalmente por el Gobierno central. El problema es grave y las autoridades y las empresas deben asumir su responsabilidad social para combatir una lacra incompatible con una sociedad avanzada pero donde miles de personas aún pasan frío.