La exposición del pintor Lucian Freud (Berlín, Alemania, 8-12-1922), inaugurada el pasado 23 de octubre, se clausura hoy. Ha sido una muestra deslumbrante para los que han descubierto al mejor artista vivo del realismo, según críticos importantes.

Nieto del creador del psicoanálisis e hijo del arquitecto Ernst Freud, el hoy octogenario pintor abandonó Berlín con su familia en 1933, en cuanto Hitler llegó al poder. Los Freud, judíos acaudalados, se afincaron en Londres y se hicieron británicos. Si a los 15 años Lucian empezó a estudiar escultura, desde los 19 no ha dejado de pintar. Su especialidad han sido los retratos de carne y hueso. "Quiero que la pintura se convierta en carne --ha explicado--. Quisiera que los míos fueran retratos de las personas, no como ellas. Que no se parezcan al modelo, que sean el mismo modelo".

Influido por Francis Bacon, que contribuyó a un vuelco considerable de estilo, Freud exprimió al máximo la corporeidad de sus modelos: "Parte de mi afición a trabajar con cuerpos desnudos se debe a que me permiten ver más allá". Por sus pinceles han pasado su madre, su primera mujer (se casó dos veces, pero ha tenido varios hijos extramatrimonales), algunas de sus hijas y celebridades como la reina de Inglaterra, a la que captó con el rictus amargo de los anni horribiles.