Dramaturgo

Después de un año sin fundar Badajoz, vuelve Ibn Marwan a recorrer la calle Menacho y aledaños y a subir a la Alcazaba para exigir la autonomía de Batalyaus (esperemos que este año sabático no lo haya utilizado Marwan para asesorar a Ibarretxe en temas de autodeterminaciones). Vuelven los atabales y las chirimías a sonar por las calles de un Badajoz poseído por la luna marwana y los poetas de chilaba y jazmín. Vuelve a convivir el pueblo en un abrazo (el de Manzano y Valdés) y en una idea, Amigos y Fundación, palabras concomitantes hoy, antónimas ayer y, posiblemente, sinónimas mañana. Es la hora de fundar Badajoz y andan omeyas y marwanes clavándose medallas en los pechos (mejor medallas que puñales). La luna marwana no se tiñe de rojo este año y los poetas de jazmín y chilabas, los que cantan al Guadiana desde la atalaya histórica, dejan a un lado sus quejíos y vuelven a sus orígenes, a los días en los que Batalyaus era un baño de perfume y vapor sensual y los poetas deslizaban sus cantos sobre las tibias aguas (un poco de whisky, por favor, que desbarro).

Después de un año sabático, Ibn Marwan vuelve a cabalgar sobre el caballo de las subvenciones, el de las cuatro patas (Ayuntamiento, Junta, Diputación y Caja) y los lunares blancos y negros, y lo hace con la seguridad de que este año se le desboca. Miguel Nieto, el genial tabernero de la Taberna fantástica, el director genial de El alcalde de Zalamea y el nuevo director de Al Mossassa, ha sabido ponerle riendas a la ilusión compartida por todos los pacenses de ver fundada de una vez una ciudad que siempre estará fundándose. ¿Por todos compartida?