WMw añana jueves se cumplirá un año del accidente de un avión de Spanair en Barajas, que cayó segundos después de iniciar el despegue con el terrible saldo de 154 pasajeros muertos y solo 18 supervivientes. Una de las decisiones que se tomaron, bajo la presión de intereses de todo tipo, fue que una comisión de investigación daría a conocer sus conclusiones antes de cumplirse un año de la tragedia. Esos investigadores, dependientes del Ministerio de Fomento, han entregado esta semana su segundo informe --el anterior fue en octubre--, en el que aportan muchos datos destinados a quienes están muy iniciados en la navegación aérea, pero que también son útiles tanto a los interesados por legítimos motivos emocionales --los familiares de las víctimas y los supervivientes-- como a quienes supieron desde el primer momento que hay que dilucidar la cadena de responsabilidades, desde el fabricante del avión siniestrado (MacDonald Douglas, hoy Boeing) hasta la aerolínea Spanair --su principal cargo, la falta de atención en el mantenimiento del aparato o las prisas para evitar retrasos--, como también los gestores del aeropuerto, por si aplicaron con diligencia los protocolos para el rescate de posibles supervivientes.

El tiempo transcurrido parece que da la razón a quienes desde el primer momento apuntaron a que no era plausible una sola causa. Ahora se comprueba con largueza que el fallo fue múltiple y siempre centrado en un erróneo sistema de configuración de las aletas sustentadoras para el despegue, que los pilotos no supieron detectar adecuadamente -un error humano-, con el atenuante de los fallos en el monitor de a bordo. Un sistema mal diseñado que enfrenta al constructor y las compañías que usan ese modelo, que ya fueron advertidas, según Boeing, para que cambiaran el sistema de revisión de las condiciones de despegue.

El informe difundido el lunes no es el definitivo. Ni debe serlo por la cantidad de incógnitas que aún quedan por desvelarse. Pero es útil porque sigue la estela de lo que se exigió cuando se serenaron los ánimos: datos contrastados, responsabilidades bien delimitadas -aunque se cuenten por millones de euros- y normas claras para que no se repitan caso como el que sacudió entonces a Barajas. Aprender de los errores es el elemento básico para las políticas de seguridad, y por ende, de prevención. El informe de la comisión investigadora conocido el lunes cumple con ese requisito.