Dos piezas de El País recordaban ayer que el reino de la mujer sigue progresando a marchas forzadas. Una recordaba que, según la OCDE, "las mujeres tienen, en los países desarrollados, un mejor rendimiento que los hombres en todas las etapas del sistema educativo" (universidad incluida, donde sólo se les resisten Matemáticas e ingenierías técnicas), "gracias a su mayor facilidad para la concentración, el estudio, la expresión verbal y su mayor interés por la lectura". La otra refería el anhelo de los dirigentes gitanos de Rumanía de que la anulación del matrimonio consumado de Ana María Cioaba (12 años) y Mihai Birita (15) suponga un aldabonazo para acabar con la "aberración medieval de las bodas de niños", costumbre que pervive, en unas comunidades oprimidas, desde que "los señores feudales se tomaban la libertad de de desvirgar a las niñas. Al derecho de pernada los gitanos opusieron como defensa la boda infantil para que su hija pudiera casarse con uno de los suyos apenas se convirtiera en mujer".

Claro que Alfonso Ussía (Abc) confesaba su "disgusto" al descubrir que la mala del cuento de Blancanieves no era la madrastra, sino no la madre: "Se ha sabido ahora que los hermanos Grimm cambiaron el cuento para no herir a los susceptibles de la época. Y que en el original de la historia, la madre era la pécora que consulta con el cobarde del espejito mágico..." Además de alertar del riesgo de decepción y parafrasear a José Agustín Goytisolo: "...Y había también/ un príncipe malo,/ una bruja hermosa/ y un pirata honrado. El mundo al revés".