Se redujo un pelín el sueldo, subiéndolo un muchín a sus concejales y todo eran señales de limpieza, renuncias al innecesario oropel con que suele brillar el poder y guiños de austeridad". Así introduce su columna Manuel Martín Ferrand (Abc) para denostar al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que ha sido "tocado por el virus del latifundismo". ¿Por qué tanta inquina? Por la pretensión del nuevo alcalde-presidente en funciones de la Comunidad de Madrid de trasladarse a un edificio más grande: no hace falta, según el columnista: "Entre el ayuntamiento y la comunidad se espesa cada día el bosque de edificios burocráticos destinados a administrar la vida de quienes no encuentran edificio". Menos condescendencia hacia el alcalde madrileño aporta Luis María Anson (La Razón), que mantiene su cruzada contra Alicia Moreno, exconsejera de Cultura con Alberto Ruiz-Gallardón e hija de Núria Espert: "Menos mal que el proyecto de Alicia Moreno --instalar el ayuntamiento en el palacio de Oriente-- ha quedado pospuesto para rabia y tristeza de la gentil concejala colorada y pródiga".

Raúl Heras (El Mundo) mete la caña necesaria en la otra orilla:"Uno de los pesos pesados de RuizGallardón regresado a las tareas de Hacienda. como Antonio Beteta --portavoz del PP en la comisión que investiga la trama transfuguista en la Asamblea de Madrid--, será siempre un flemático hombre gordo que aspira a no parecerlo. Como actor no tiene mucho porvenir, ya que se escucha y modula demasiado unas preguntas de las que conoce todas las respuestas".