TNtavidad: metáfora cristiana, prodigio que la razón admira, magia que fascina y esperanza que alivia. Europa se estremece en su crisis, pero acoge, alegre, el temblor de estos días, como España que, temerosa ante el futuro, vibra junto a las brasas encendidas de la Noche Buena, cuyo misterio sólo columbran los teólogos: El Amor se hizo carne en una noche de cierzo y soledad, aunque sólo tres Magos acudieron ante el singular evento. Desde entonces, ocurrieron otras dramáticas soledades, como la de los que piden limosnas escribiendo su indigencia en trozos de cartón, y como azota el cierzo de la falta de sustento y trabajo que, encontrarlo, es como hallar un rosa en el desierto. De ahí que, los engolfados en turbias corrupciones, merecerían la afrenta pública en la plaza del pueblo. No obstante, la Navidad es tregua para la alegría, pues aumenta la cercanía, es más cálida la familia y la bondad se acrecienta, el orgullo disminuye y más brilla la caridad, con esas cenas entrañables de tantos indigentes. Todo es alborozo, entre cotillones y zambombas tocadas ante los decorados pinos de Santa Claus, o ante el sencillo nacimiento , donde se cantan villancicos al Niño-Dios que, cual divino Morfeo, en boca de Bocaccio, pudo con su lira cambiar de lugar las selvas, detener los ríos y hacer mansas las fieras- Todo ello en ambiente religioso, hoy paganizado por un feroz consumismo, al rebufo de una posmodernidad sin rumbo.

Pero el carisma de la Navidad da paso a la dura realidad, si ahondamos en lo sucedido en nuestro país, con una crisis que se hará más virulenta en adelante, tras sufrir una enorme muchedumbre de parados, cuya posibilidad de trabajar es un privilegio y el techo donde vivir, un regalo de burgueses, mientras arrecian los desahucios. Pero hay todavía un hueco para la esperanza, con el nuevo gobierno, que hará, tras grandes sacrificios, que la tarea laboral será patrimonio de todos, pues, como escribe Antón Losada , tenemos derecho a unas buenas expectativas frente a esta hora de grandes desafíos. Por ello, nunca se deberá tirar la toalla, y menos partiendo de esta Navidad que, prolongada, hará que el hombre dejara de ser, según Sánchez Dragó , ese espécimen proteico, cableado y robótico, al tiempo que lo inundará de Verdad, pues con ella será poseído por algo divino, al decir de Xavier Zubiri . Lo que es caldo de cultivo para yugular la violencia, sepultar la corrupción, el saqueo de las arcas públicas y los escándalos financieros, así como taponar esa hemorragia de jóvenes que emigran al extranjero buscando un puesto de trabajo. Una Navidad, cuya fuerza será dique en defensa de la vida y provocará que Amaiur condene la violencia de ETA, mientras finaliza la pesadilla del affaire sonrojante, de ese miembro de la Familia Real que pudo arañar su prestigio. Este debe ser nuestro clima de convivencia, sin olvidar la conciencia ética, clave de bóveda toda ciudadanía, bajo el espíritu navideño que José Saramago , reclama, en medio de un entorno cultural, empapado de cristianismo.