El domingo pasado decíamos en estas mismas páginas que la ley de la economía sostenible era una buena iniciativa. Principalmente porque frente a la crisis internacional originada por el desfallecimiento del sistema bancario en 2007-2008, España tiene una doble asignatura. La primera, como todos los países, superar la recesión. Para lograrlo tenemos algunos puntos favorables, como una banca más saneada que en el conjunto del mundo desarrollado y un endeudamiento público inferior a la media europea. Y, además, hay indicios alentadores. Pero España solo saldrá bien de la crisis si moderniza su sistema productivo. Esa es la segunda asignatura que debe aprobar. El milagro de la economía de 1994 al 2007 estuvo demasiado basado en la construcción, en una baja productividad y en un modelo laboral y salarial poco moderno.

La ley de la economía sostenible y la estrategia que Rodríguez Zapatero explicó esta semana en el Congreso son un intento de que el Estado ayude al cambio del modelo productivo, cuya tarea recae básicamente en las empresas. Y hay medidas indiscutibles, por lo necesarias, como el aumento de la desgravación fiscal a la inversión en I+D+i, la eliminación de trabas administrativas a la creación de empresas, el fomento de la rehabilitación de viviendas, las ayudas a la movilidad- Y es acertada la idea de un pacto para la educación o la modernización energética.

Pero, a pesar de todo ello, la sesión del Congreso dejó mal sabor de boca. Por una parte, los grupos parlamentarios --no solo el PP, sino también algunos de los que apoyan los presupuestos-- sostuvieron una actitud hipercrítica. Por otra, Zapatero esbozó una estrategia ambiciosa, pero más detallada en los objetivos a largo plazo que en las medidas concretas para los próximos meses, aunque por primera vez reconoció la necesidad de una reforma laboral siempre que no consista en abaratar el despido, que, por otra parte, concretó el jueves. En su exposición, Zapatero pareció a veces un buen conferenciante, y en sus réplicas, un hábil parlamentario. Pero no transmitió que fuera un jefe del Gobierno capaz de pasar a la acción en asuntos urgentes con un apoyo parlamentario amplio.

El empleo es nuestra asignatura pendiente, y los datos de noviembre indican que no nos estamos ya desplomando como hace un año (incluso en Extremadura crece el empleo), pero que la situación sigue siendo grave. El lunes se publicaron las cifras de la UE, que sitúan nuestro paro de octubre en el 19,3% frente a una media del 9,8% en la zona del euro. Es una diferencia de casi 10 puntos, que se agrava para los menores de 25 años. Ante esta triste realidad, el espectáculo de Zapatero y Rajoy dando la sensación de incapacidad para llegar a un acuerdo, e incluso de falta de voluntad, fue deprimente.