Escritor

El mal está incrustado entre nosotros, casi a fuego. Ayer avisaba que se vive en la mentira, y hoy ya sabemos que la guerra de Irak se fraguó en esta mentira de las "armas de destrucción masiva". Lo que pasa es que el mal de la mentira es más amplio y más profundo. Como Sadam hay varias decenas de agitadores en el mundo, y no digamos esos ejércitos africanos, que pasan por las armas a centenares de miles por pertenecer a una u otra tribu. Para ellos no hay operaciones patrióticas . Son pueblos miserables que cuanto más se diezmen, mejor.

El mal en España es Aznar. Lo que toca, por un lado, lo triunfaliza, pero miren por dónde ha logrado dar vida a todos los nacionalismos y de qué manera. Ahora el CIS dice que de haberse dado las elecciones en abril, hubieran perdido los populares por cerca de tres puntos recotín recotán, de la vera vera van... El CIS no dice una sola verdad y su desprestigio es sofocante. Como las cifras de paro, como nuestro crecimiento, como el bigote de Aznar. En Mérida, el mal es Acedo, un mal que no engaña a nadie, basado en otro mal endémico que son Romera y María Jesús Checa, además de ser el rencor. No era nadie cuando la señora Checa llegaba a la caja de ahorros a los grandes actos, que el director o el presidente le daban el primer canapé. Ahora, con las banderas desplegadas, volverán las victoriosas a correr florianos, como antes corrieron barreros. Por cierto, qué gran amor de pronto de Barrero hacia Acedo. Como yo era muy favorable al primero y le afeaba cosas, Acedo, en un descanso del romano, me espetó que él tenía derecho a aspirar a lo máximo. Todo un proyecto.

Después están los amores que matan. Esos matrimonios con la esposa saliendo con los pies por delante, o esa señorita que se va con uno (ella suponía que a rezar el rosario), y va y lo mata y está muy arrepentida, o el amigo del alma, que te acusa, o sea, que tira la primera piedra. Vaya, vaya, vaya con los males que nos aquejan. Pero el que lo lleva peor es el pobre Sinforiano Madroñero, que sus vecinos votan floralmente al PP. O sea, que no nos libramos del mal. Y lo de los aviones, con flores en los camposantos.