Tuve un profesor bastante excéntrico de Literatura que un buen día nos dio una charla que me caló. En ella, una frase: «no es lo mismo caridad que justicia».

Esta semana, después del Día Internacional de la Mujer y de las marchas masivas, tanto en el país como en el resto del mundo, explotaba una nueva polémica. El diario ‘El Mundo’ recogía una supuesta propuesta del PP en la que, decía, se blindaría a las mujeres sin papeles que diesen a sus hijos en adopción.

Muchos han relacionado este disparate con ‘El cuento de la criada’, la distopía de Margaret Atwood en la que los Estados Unidos se convierten en una nación gobernada por ultrareligiosos y las mujeres en meras máquinas reproductivas. Pero en España aún no hemos pasado un golpe militar que nos convierta en Gilead.

Ahora, Pablo Casado dice que ha sido víctima de las ‘fake news’. No lo sabemos. A diferencia de su deseo de volver a la Ley del Aborto de 1985 o su explicación de qué siente una mujer durante el embarazo, en este caso las palabras no salieron de su boca.

Sí escribía Cuca Gamarra, su compañera de partido y alcaldesa de Logroño, en Twitter: «esta medida forma parte del protocolo contra el abandono de bebés en Madrid. En Madrid, entre 30/40 niños no son abandonados y se entregan en adopción con esta medida. Lamentablemente, muchos todavía aparecen en contenedores, eso es lo indigno y cruel. ¿Prefieres no evitarlo?».

Dice que «muchos» bebés son abandonados en contenedores. Curioso adverbio. Decir «muchos» es, cuanto menos, una exageración. Pero si a eso le unimos el trasfondo, que es demonizar a las pocas mujeres (y «pocas» es el adverbio real) en situaciones extremas que hayan llegado a esa crueldad tenemos la clave de toda esta polémica.

El modelo neoliberal se alía con el concepto de caridad para ayudar a las mujeres en apuros que no puedan asumir ser madres. No hay problema. Te quitamos a tu hijo. Se lo damos a una familia más afortunada que la tuya. Tú te quedas con el trauma y las secuelas y el sistema con otra futura mano de obra productiva.

¿Cuestionarse por qué esas mujeres no pueden mantener a sus hijos? ¿Preguntarse cómo llegaron a quedarse embarazadas si el niño no era deseado? ¿Ir a la raíz del problema? Eso no interesa. Y ahí yace la diferencia entre «caridad» y «justicia».