El Gobierno hizo lo fácil, lo que tenía más a mano: congeló las pensiones, rebajó los sueldos de los funcionarios y recortó en educación y sanidad. Pero no miró para arriba para subir los impuestos de los millonarios, que siguen como siempre, como los reyes del mambo; nadie les tose. Sin embargo, la mayoría de países con dos dedos de frente han subido los impuestos a los que más ganan, como es lógico y justo. ¿Qué pasa? ¿Somos diferentes? ¿Es que a los que menos ganamos se nos considera subgente?

Había que reducir el déficit, pero sí hubo dinero para enviar una fragata, un avión de vigilancia y seis cazabombarderos F-18 a Libia. No pasa nada, 1.500 millones de euros en gastos militares se van como la espuma. Somos quijotes. Alemania, con más trabajo y más dinero, no envió a nadie a Libia. Se apuntó como socio en el asunto, pero no gastó un duro. Esa debería haber sido nuestra posición, ya que España debe bajar su déficit en 9,4 puntos en la próxima década, una de las reducciones más drásticas del mundo, según el FMI. Lo que hace el Gobierno es incomprensible.

Cuando no podamos más, explotaremos y entonces se dirá que exageramos, que no hay para tanto. Tengo la sensación de que somos conejillos de Indias. Siempre he creído en las personas responsables, trabajadoras y competentes, pero aquí no tenemos suerte: en el Gobierno no nos ha tocado nadie así. Los políticos pierden el tiempo descalificándose mutuamente, y por ahí vamos mal. Que se pongan a trabajar, que para eso les pagamos.

J. A. López Garriga **

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