WCw uando todavía no se ha cumplidoel primer año de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, ya se ha decidido reformarlo. Ciertamente, ni los tratados ni las constituciones son inamovibles, pero lo ocurrido ahora no es fácil de explicar a los ciudadanoseuropeos, especialmente cuando era la culminaciónde un largo y muy trabajoso proceso en el quela Unión Europea fue dejando jirones de su credibilidad.

Se sabía que los antecesores del de Lisboa,el de Maastricht y el de Amsterdam, tenían fecha de caducidad en la antesala de una auténtica Constitución que los jefes de Estado y de

Gobierno aprobaron en el 2004. Sin embargo, su ratificación descarriló cuando los ciudadanos franceses y holandeses la rechazaron en sendos referendos (17 estados miembros la ratificaronpor vía parlamentaria o en referendo, entreellos España). De su revisión nació el actual

Tratado de Lisboa, una versión reducida yedulcorada de aquella Constitución, cuya entradaen vigor necesitó de varios malabarismos para persuadir a los irlandeses de que dieran su voto afirmativo y no lo echaran todo a perder.

Ahora, Angela Merkel, con el apoyo de Nicolás Sarkozy y la anuencia del resto de dirigenteseuropeos, quiere reabrir el tratado para introducirun mecanismo que convierta en permanenteel fondo de rescate para estados en apurosfinancieros que fue aprobado en mayo pasadopor un periodo de tres años.

En los 11 meses que van desde la entrada envigor del tratado hasta ahora, la crisis financiera ha dejado en pañales a países como Grecia, y a otros,en la cuerda floja. Por ello era necesaria la adopciónde medidas para asegurar el buen gobiernoeconómico de la UE, pero los riesgos que suponeabrir el melón del tratado son enormes, en particular si hay que ratificar las modificaciones, dada lapésima costumbre que tienen los parlamentos ylos ciudadanos de utilizar a la UE para castigara sus gobiernos.

El presidente europeo Van Rompuy debeahora buscar la fórmula para que la reformay su aprobación no deparen sorpresasdesagradables. La UE ha sido maestra enencontrar soluciones a los problemas másintratables. Esto es parte de su grandeza, perotambién de su debilidad cuando abusa de la prestidigitación. Habrá que ver qué conejo sacael mago Van Rompuy de su chistera.