La maldición de las Azores sigue castigando a los gobernantes que se exhibieron en aquellas islas como los señores de la guerra preventiva. Primero cayó Aznar, a quien The Economist dedicó una portada en la que aparecía dentro de un naipe tachado, en el contexto de un póquer de ases en el que también figuraban Bush, Blair y el australiano Howard, bajo el título Uno menos, quedan tres . Ahora ha sido el turno de Blair. Los electores le han hecho pagar las mentiras que condujeron a un conflicto bélico ilegal y fracasado. El premier siempre ha negado haber engañado a nadie, pese a sus demagogias sobre la "amenaza inminente" de las armas de destrucción masiva de Sadam. Pero ni su habilidad política ni su depurada oratoria le han salvado del castigo de las urnas en estos comicios.

Todos los analistas coinciden en que el vapuleo de los laboristas --que pasan a ser tercera fuerza en Inglaterra y Gales, algo nunca visto-- se debe a eso, ya que los sondeos revelan que, salvo en el tema de la guerra, el laborismo es lo preferido por los británicos. A causa de ello, es muy probable que el primer ministro británico sea repudiado por su partido antes de las próximas elecciones legislativas, previstas para el año que viene.