TLtehman Brothers cayó el 11 de septiembre de 2008. Y, desde entonces, se le ha dado la consideración de la fecha de inicio de esta histórica crisis financiera. Básicamente porque, con la caída del enorme banco de inversión, Estados Unidos despertó a una realidad que le era ajena a una mayoría, pero que se fraguaba epidérmica en los grandes despachos de los imponentes rascacielos de la ciudad que nunca duerme. Y de ahí, el contagio global. Pero no deja de ser más que una visión simplificada o parte de esas ganas que tenemos de etiquetarlo todo: Lehman fue un símbolo, pero la crisis (con el estallido del mercado de hipotecas subprime) ya había tenido, de sobra, su pistoletazo de salida.

En realidad, tampoco había que ejercer siquiera de moderno Nostradamus para darse cuenta desde tiempo antes que entrábamos en zona de recesión económica. Sin ser un experto, ni tener que tirar de información privilegiada, a poco que estuvieses presente en determinados sectores veías que había indicadores de alerta que avecinaban procelosos tiempos en lo económico. Eso, claro, si no eras presidente del gobierno español y te interesaba negar la mayor. Porque, de hecho, en España hubo un aviso de esos de mil alarmas sonando al mismo tiempo con el desplome de la inmobiliaria Astroc en el parqué de Madrid en la primavera de 2007. Muchos decidieron interpretar que era un simple ajuste, una mera "corrección" bursátil, que no afectaba al sector (y a sus aliados "naturales": la banca) sino que era un hecho puntual de una empresa que había sobrevalorado sus activos.

Desde fuera, las señales que emitíamos se percibían de una forma levemente distinta. Y venían a advertir que estábamos sobrevalorando los activos inmobiliarios y que, por cierto, el ladrillo no siempre tiene que subir de precio. Creencia muy española, pero no por ello cierta. Que se puede estancar o (¡herejes!) sufrir una bajada. Como cualquier otro activo. Pero nosotros decidimos que no tenían ni idea y es que no hay peor ciego que... bueno, ya saben.

XLEHMAN,x decíamos. Tras infructuosos intentos por parte de la Reserva Federal norteamericana de evitar el colapso de un gigante financiero de ese tamaño y lo que suponía (que se hiciera patente el castillo de naipes que eran los derivados financieros basados en hipotecas, fundamentalmente), decidieron dejar caer a la entidad. Y, posteriormente, a dos inmensos bancos destinados exclusivamente al mercado hipotecario creados precisamente tras la depresión de 1929, Freddie Mae y Fanny Mae . Y, después de ese saneamiento, tomaron el camino de inyectar enormes recursos económicos en banca, seguros y otros sectores, en forma de préstamos reintegrables. Decisión que implicaba tener que imprimir moneda y que suponía discriminar entre sectores y empresas, seleccionando aquellas que, hipotéticamente, podrían devolver esos fondos.

En Europa, ambas medidas parecieron una aberración financiera. Y, no siendo muy partidario de la impresión de billetes, había que reconocer que ambas medidas por lo menos partían de la base de asumir que la situación no es que fuera grave. Era grave y excepcional.

Mientras tanto aquí contábamos con el más seguro sistema financiero del mundo. Y por eso no nos hacía falta adoptar medidas excepcionales, ya que el Banco de España se había encargado de crearnos en los años de expansión colchones anticrisis con sus exigencias a la banca. No debían ser demasiado mullidos, claro. Porque, primero, tuvimos que activar el fondo llamado FAAF o fondo de adquisición de activos "tóxicos", y con él (y sus recursos públicos) se sanaría todo lo que estuviera maltrecho en nuestra banca.

¿Todo? Después llegó el FROB y la nacionalización de prácticamente todas las cajas (y sus pérdidas). Eso tenía que valer y tapar la hemorragia. Tampoco. Se sumó la creación del Esquema de Protección de Activos (EPA), la SAREB y la solicitud a Europa de 100.000 millones en forma de rescate bancario, con el aval de todos los españoles. Eso sí, desde el inicio de 2008, ningún banco o caja ha quebrado en España. No se puede decir lo mismo de sus clientes.

Y ahora el FROB nos reconoce que sólo va a recuperar el 0,05% de recursos concedidos en 2012 a esa banca nacionalizada múltiplemente rescatada. Mientras Bankia saca pecho con beneficios trimestrales. Sin embargo, la Reserva Federal ha recuperado el total de préstamos a Bank of America o AIG. Malditos yanquis.