WUw n profundo malestar recorre el Magreb. Frustración. Precariedad. Corrupción. Contra todas estas lacras se han alzado los jóvenes en dos países vecinos de forma casi simultánea, primero en Túnez y después en Argelia. En el primero el detonante fue la autoinmolación de un joven graduado en informática, cuya supervivencia y la de su familia se reducía a la venta ambulante sin licencia. En Argelia lo ha sido el aumento de precio de productos básicos como el azúcar, la leche o el aceite. En ambos países, los menores de 30 años son la gran mayoría de la población, pero las expectativas de futuro que se les ofrecen son muy escasas. En Argelia, el 20% de los jóvenes están en paro, mientras que en Túnez el porcentaje supera el 30%.

Los dos gobiernos son distintos. El argelino mantiene el espíritu socializante de su revolución anticolonial, mientras que el tunecino está firmemente anclado en el liberalismo económico. Pese a estas diferencias, tienen muchas coincidencias. Son autoritarios, corruptos, incapaces de responder a las necesidades de la población y en ambos se está larvando la guerra por la sucesión de unos líderes que llevan demasiado tiempo en el poder, 23 años el tunecino Ben Alí, y 12 el argelino Abdelaziz Buteflika. También disfrutan del apoyo inmerecido y vergonzoso de las democracias occidentales, entre ellas España, ya que venden muy caro su papel en la lucha contra el terrorismo internacional. La represión podrá acallar la protesta, pero los motivos no desaparecerán. En todo caso, se agravarán.