La violencia de género es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad. Adopta distintas modalidades, incluyendo el maltrato psicológico, sexual, físico o económico, constituyendo del 8 al 12% de la población. Sin embargo, la figura del hombre, como causante de violencia, se encuentra pobremente estudiada. La violencia de género necesita un conocimiento precoz o temprano y un manejo adecuado, siendo preciso distinguir los diferentes tipos o perfiles del hombre maltratador.

De esta forma y en la forma que se establezca su perfil se conseguiría una mejor colaboración sobre la forma de tratamiento, tanto individual, familiar o grupal, logrando de esta forma, los mejores resultados. En los últimos años, no obstante, no ha existido tal consenso para unificar las diferentes modalidades e intentar una tipología única. En este sentido, existe una gran dificultad para su realización al propagarse la idea de que hay tantos maltratadores como hombres existentes. Sin embargo, se ha comprobado que los maltratadores son un grupo homogéneo y diferente al resto de hombres, en los que no existe violencia de ningún tipo. Entre esos hallazgos que permiten confirmar tal distinción, se encuentran algunas características comunes a todos ellos, como son la dificultad de la expresión de la ira y su control tanto interno como externo, cierto predominio del estilo preocupado y temeroso o bien ciertas ideas misóginas y machistas en relación con la mujer.

Una de las primeras experiencias estableció tipologías fundamentadas en tres aspectos: a) grado de violencia, b) generalización de dicha violencia y c) trastornos de la personalidad y otras alteraciones suficientemente comprobadas y confirmadas. Con arreglo a estos datos esta primera clasificación distingue a los maltratadores en tres categorías: tipo A, o maltratador básico; tipo B, maltratador hipercontrolador; y tipo C, maltratador psicópata. Teniendo en cuenta el grado de agresión hacia la víctima se establecieron, a su vez otras tres categorías: a) agresores de bajo riesgo, que presentan índices de agresión ligeramente superiores a los del resto de la población; b) agresores de riesgo moderado, en los que existe una moderada presencia de la violencia; c) agresores de alto riesgo, que son aquellos que presentan una larga y prolongada historia de violencia dentro y fuera de la familia. Otra clasificación, distingue los siguientes grupos de violentos: a) sujetos inestables emocionalmente; b) sujetos machistas; c) personas adictas al alcohol y drogas; d) personas portadoras de algún trastorno mental.

En esta misma línea, en la que se tiene en cuenta la personalidad del agresor, otros autores distinguen dos tipos de agresores: a) personalidad tipo ‘cobra’, se trata de personas frías y calculadoras, agresivas con el resto de las personas; b) personalidad tipo pitbull e incluye personas agresivas, celosas y protectoras.

Una de las principales críticas que se han hecho a las anteriores clasificaciones tipológicas es que presentan cierta rigidez. Con el fin de superar este inconveniente, se ha tomado como base el riesgo potencial y las vías de derivación, pretendiendo integrar teorías de género o «masculinidades», proponiendo una clasificación integradora partiendo del supuesto de que en el desarrollo de la personalidad confluyen diversos aspectos de la socialización de los hombres, clasificándolos como maltratadores solo con su pareja íntima, maltratadores obsesivos-compulsivos y maltratadores narcisistas que suelen ser sujetos muy agresivos, incapaces de ponerse en el lugar del otro y crear relaciones íntimas duraderas.