Señor Grande-Marlasca, yo amenazo de muerte al mal. ¿Me va usted a enchironar? Lo digo porque ustedes han sido muy malos, que quede claro. Quizás esta petición le pueda sonar un poco surrealista. Pero si pone una miaja de atención, yo se lo voy a explicar y usted lo va comprender. Verá: «Yo creo que la mentira, las medias verdades, el tráfico de influencias, la corrupción, la manipulación, el insulto, la chulería, dejar morir a los ancianos, poner en riesgo a quienes representas (el 8-M), castigar al justo (D. Diego Pérez de los Cobos), etc. Forman parte del mal al que antes aludía. Dios dice que no castiga al pecador, sino al pecado: ahí voy yo. Y sigue diciendo que cuando los de arriba se corrompen, pudren toda la cadena. Y ahí tenemos los insultos y amenazas veladas a los políticos que se están produciendo últimamente para corroborar lo que digo. Ustedes son los culpables de esta situación, y no ellos. Castíguense ustedes mismos, reflexionen, sean hombres y no cobardes. Es fácil justificarse cuando tienes el poder, ¿verdad? Pero a sus conciencias no las comprarán, como tampoco a Dios. Le sugiero que pruebe a expulsarlo del cielo, Sr. Grande-Marlasca, como hizo con el Sr. De los Cobos».