El acuerdo de ayer entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy para el rescate de Grecia alivió inmediatamente las tensiones que se habían acumulado en los mercados con manifestaciones tan costosas para toda la Unión como la caída del euro y, para España, como el encarecimiento de la deuda y el derrumbe de la Bolsa. No es la primera vez que la canciller, pendiente de elecciones internas y de la falsa sensación popular de que Alemania es la pagana de la Europa del sur, profundiza una crisis. Y tampoco es la primera ocasión en que luego rectifica. Si esos tumbos responden solo a intereses electorales, hay que decir que no es muy responsable. Pero si obedecen a verdaderos cambios de opinión, es peor todavía. El pacto de Berlín alcanzado ayer es un bálsamo para las finanzas españolas más allá de los efectos reales que pueda tener sobre la situación griega. España necesita tranquilidad para que la salida a Bolsa de las cajas de ahorros tenga éxito y se culmine la reestructuración bancaria.

Mientras el diferencial de la deuda se reducía ligeramente y el Ibex recuperaba más del 2%, el Banco de España informó ayer de que la deuda autonómica creció un 26,4% en el primer trimestre. Aunque no sitúa al conjunto de la deuda pública muy lejos del límite del 60% del PIB --63,6%--,pone el acento en la necesidad de fijar un límite del gasto autonómico para que no se desboque.