Para desagradecida, la mantis. Una vez que le han engendrado un hijo, devora al macho. Alfonso, Ricardo o Valentín a veces se deberán sentir casi como el macho: saboreado por una hembra descastada. Ellos también fueron engendrados... pero por sí mismos, entre chatarra, entre ruedas de relojes, entre andamios... Y más de uno ha querido degustarlos, pero sin digerirlos. IU, por ejemplo, no podría soportar sus sabores; el PP tampoco, pero por estrategia; Rodríguez Ibarra, sin embargo, parece que haya descubierto el éxtasis en el paladar. Entre los grandes de España, dicen que están, y no lo dicen ellos. Su fortaleza puede dar miedo, pero sólo atemoriza a la inseguridad de algunos. Sea como sea, y afortunadamente, la mantis no se atreve con ellos, y la región tendrá que aprender a ser más agradecida.

*Periodista