El jueves, veintiuno de julio, a las 2l.3O, dejó de existir un gran amigo y compañero: Manuel Vaz--Romero y Nieto, natural de Hervás. Maestro prestigioso, doctor en Geografía e Historia. Gran parte de su trayectoria profesional la llevó a cabo en el colegio José Luis Cotallo de Cáceres, donde transcurrió su época más fecunda como docente. Es miembro de la Asociación Nacional de Críticos de Arte, de la Real Asociación de Caballero del Monasterio de Yuste y Académico Internacional "Cittá di Roma". Pertenece a la Asociación de Escritores Extremeños. Ha pronunciado infinidad de conferencias sobre aspectos históricos, artísticos y educativos. Ha colaborado en muchas revistas culturales y educativas, destacando sus trabajos de innovación educativa en la "Gran Enciclopedia Extremeña". Autor de una treintena de libros, tiene publicados más de mil quinientos artículos en la prensa regional y en ABC. Tuve la fortuna de contar con su gran amistad, de un hombre bueno, abierto, estudioso. Era el entregado amigo de sus amigos. Fue un hombre honesto consigo mismo y con los demás. Dueño de una pluma ágil, brillante y amena. Su estilo como crítico de arte tuvo el brillo de quien sabe tras de lo que se anda y, además, sabe contarlo con estilo. Si recordar es volver a vivir, ¿qué de extrañar que un viejo, gracias a Dios ahora bien de salud, quiera crear de nuevo vida reviviendo los muchos recuerdo de Manuel? Incansable e insaciable lector de cuanto llegaba a sus manos, la lectura renovada de todo tipo constituía su mejor pasatiempo. Una biblioteca voluminosa que cuenta con ejemplares de indiscutible notoriedad llenaba la mayor parte de sus ocios. Quiero dejar patente que Manuel, cuarenta años en el colegio Diocesano, creo que a todos nos enorgullece. Precisamente por los grandes conocimiento culturales que atesoraba. Y si como compañero fuiste excelente, como ser humano, como amigo, has sabido ejercer como tal. Por último, puedo afirmar que a los que te trataron de cerca dicen de ti, en su gran mayoría, que eras gente buena, creyente y amante de la familia a la que procuraba, como esposo (¡verdad Pura!), padre y abuelo, dar buen ejemplo. Yo, desde mi modesta posición de ciudadano cacereño, le rogaría al excelentísimo ayuntamiento que estudie su gran currículo y le nombre hijo adoptivo de nuestra ciudad. Amén.