Antonio Jiménez (Radio Nacional) invitó a sus contertulios a opinar contra la afirmación de Pasqual Maragall de que se había creído la denuncia del director de Egunkaria de que le habían torturado. Encarnación Valenzuela empezó por lo general ("El PSOE no está mucho para dar clases porque unos están a favor y otros en contra del Plan Hidrológico") y entró a degüello: "Y ahora Maragall sale diciendo que se cree al director de Egunkaria, cuando su partido tiene un pacto antiterrorista con el PP que, como se mantiene, lo de Maragall va a salir en contra". Sin explicar que ese pacto no incluye silenciar torturas, Rafael Escuredo, veterano socialista, recordó la obligación de aparentar: "Cada uno puede pensar lo que quiera, pero cuando se tiene una representación pública no se puede ni se debe decir lo que uno piensa". Para descalificar a Maragall, usó razones profesionales Fernando Jáuregui: "Mi obligación como periodista es creer antes al Ministerio del Interior que a quien pone en duda el Estado de derecho".

Ramon Pi elucubró una explicación doble. Primera: "Maragall no quiere hablar de lo que dijo el director de Egunkaria, sino que lo hace para segar la hierba bajo los pies del Gobierno central". Segunda: "De un tiempo a esta parte parece que los catalanes, sobre todos los de Barcelona, quieren crear un clima de marginalidad. Algunos se sienten bichos raros". Hasta que Jiménez remató con sensatez: "¿Hubiera dicho lo mismo Maragall si cuándo era alcalde alguien hubiera afirmado que la policía municipal era sospechosa de tortura?".