La pandemia ha provocado fenómenos extraños, ya lo he dicho otras veces. No estoy hablando de pantalones que encogen milagrosamente en los armarios ni de la compra compulsiva de aparatos para hacer deporte que acabarán por servir de percheros, en el caso de las bicicletas estáticas, por ejemplo, o de sujetadores de puerta, como las mancuernas. Tampoco de la producción e ingesta compulsiva de dulces caseros de todo tipo, o de casas convertidas en panificadoras con desigual resultado. Eso si hablamos en broma, porque hablando en serio, la pandemia ha conseguido que apenas nos paremos por la calle, que demos unos pasos hacia atrás si alguien se acerca o un respingo si tenemos que saludar y no sabemos cómo. Y que el recelo y la desconfianza hayan venido casi para quedarse y nos invada una tristeza que aplasta como una tarde de domingo de invierno. Pero estamos hablando de otros fenómenos inexplicables, como que yo haya acabado por considerar un gurú a Rambo y siga al pie de la letra su gran mantradía a día, sacado de la película Acorralado. O como que estas navidades, de repente, Mariah Carey, pronunciado Maraia, se haya convertido en mi referente. Para ser más exactos, Maraia y su villancico, ese que todos tarareamos cuando llegan estos días, sin sabernos la letra, por supuesto, como el Jingle bells, que repetimos entusiasmados sin pasar del estribillo. Lo mismo nos pasa con All I wantfor Christmas isyou la canción que Maraia canta cada Navidad cada vez más embutida en un traje de Papá Noel o Mamá Noel (quizá por eso la minifalda inverosímil) que apenas tapa unas lorzas incipientes a punto de reventar las costuras.

La identificación no está causada por esa lorza rebelde y esas mejillas rebosantes de salud que hablan mucho de la afición de la cantante a comer a dos carrillos, sino porque su villancico machacón, que suena en todos los centros comerciales y las calles, ha pasado a ser mi nuevo mantra durante estos días. No, no he querido regalos bajo el árbol ni he escrito cartas al Polo Norte ni necesito nada más. Como canta Maraia, aunque suena cursi y supera con creces los niveles de azúcar, todo lo que quiero para Navidad eres tú, o sois vosotros, he pensado mirando a mi familia, a mis amigos, a todos los que quiero. Y aunque soy mucho más de los Reyes Magos, Papá Noel me ha concedido mi deseo. Todos están bien, todos han estado cerca o se han vuelto cercanos pese a la distancia. Ojalá en muchas casas haya sucedido lo mismo, porque ese regalo, hoy por hoy, es mucho más que suficiente.