El anuncio de que Celestino Corbacho dejará el Ministerio de Trabajo para ir en las listas del PSC en las elecciones al Parlamento catalán es relevante, aunque solo sea por la personalidad de este emigrante extremeño que llegó a convertirse en exitoso alcalde de L´Hospitalet, la segunda ciudad de Cataluña y una de las primeras de España. El retorno de Corbacho tiene una primera lectura. Es el primer paso de una crisis de gobierno gradual que Zapatero llevará a cabo por fases en los próximos meses. Enviando a Corbacho a Cataluña, o a Trinidad Jiménez a la batalla por Madrid, quizás a Miguel Angel Moratinos a la de Córdoba, intentará reforzar las perspectivas del PSOE en las próximas contiendas electorales y, al mismo tiempo, formar un nuevo Gabinete que le permita afrontar con más fuerza el fin de la legislatura. Puede ser una estrategia inteligente, pero todo dependerá del acierto en la ejecución. La segunda lectura es el plus que Corbacho pueda dar a la lista del PSC para mantener el gobierno catalán. Y hay una última lectura, la laboral. Aunque la crisis mundial no es culpa del Gobierno --y menos del responsable de Trabajo--, Corbacho ha sido ministro en un momento de fuerte aumento del paro. Por eso su sacrificada gestión en Madrid no ha tenido la brillantez de sus continuas reelecciones --con mayoría absoluta, pero manteniendo equipos de coalición-- en L´Hospitalet. Y la oposición no dejará de utilizarlo en la campaña.