El Gobierno trata de resurgir de sus cenizas y, cuando todo indicaba que no tenía ya nada que hacer, acaba de apuntarse algún tantito que, tal vez, haya dado aliento a sus más fieles seguidores. No es mucho y el temporal puede volver a desatarse.Pero lo de la oposición es aún peor. Porque, aunque lo que acaba de ocurrir en los mercados haya hecho temblar al país --hasta parece que las calles están más vacías--, el PP y Mariano Rajoy no han cambiado de discurso. Han seguido diciendo lo mismo que hace un mes o hace seis. Han vuelto con su cantinela machaconamente plana, insoportablemente vacía de contenidos e incapaz de suscitar la mínima esperanza de que las cosas irían mejor si estuvieran en el poder. Las alternativas de gobierno adquieren la fuerza que luego las hace imparables en los momentos difíciles, cuando la gente busca algo nuevo que la saque de la congoja. Rajoy ha perdido esta oportunidad. Puede que tenga otras. Pero, esta vez, lo único que se le ha ocurrido proponer es que se congele el salario de los funcionarios --algo que el Gobierno casi ha hecho, subiéndolos solo un 0,3%-- y balbucear una tabla de indemnizaciones decrecientes para los despidos.Y seguramente habrá sudado para atreverse a tanto. Porque lo suyo es no decir nada. No vaya a ser que hablando pierda votos. O que se le echen encima esos de los suyos que le siguen esperando. Rajoy sigue atenazado por sus temores y por sus debilidades políticas.Pero lo que uno quiere saber es qué haría si estuviera en el Gobierno. Cómo metería en vereda a los banqueros, españoles, que solo compran deuda pública si el Estado, español, les paga un 4% y eso que el dinero se lo ha dado Europa al 1%. O que mantienen alto el precio de las viviendas para no dañar sus balances. O cómo conseguiría que Esperanza Aguirre o Francisco Camps aceptaran recortar los gastos de sus autonomías. O qué clase de alianza nacional sería capaz de fraguar para que, con dinero público y privado, se tapara el hueco de la construcción. Mientras esas y otras cosas no estén claras, Rajoy no tendrá segura la Moncloa. Digan lo que digan los sondeos.