Los resultados obtenidos el pasado domingo por el Partido Popular legitiman la doble decisión que adoptó ayer su presidente Mariano Rajoy: convocar un congreso para el mes de junio y presentarse a la reelección.

Más de diez millones de votos y 153 diputados avalan el derecho de Rajoy a defender un proyecto y un equipopropios a pesar de haber sido superado en las urnas por las candidaturas socialistas. En todo caso, puede ser la ocasión para iniciar la marcha hacia la modernización del discurso de centroderecha que tantas veces se ha reclamado al líder de la oposición.

BUSCANDO LA LEGITIMACION En las elecciones del año 2004, Mariano Rajoy no pudo contrarrestar el hecho de haber sido designado directamente por José María Aznar, y una parte de la derrota electoral de entonces fue consecuencia de la herencia recibida por el expresidente de los populares, incluidos los personajes clave en la dirección del partido. Hoy tiene a su favor un argumento inapelable: haber logrado el segundo mejor resultado electoral de la historia del PP. Dispone, en suma, de una fuerza propia para pilotar los cambios de equipo, programa y estilo que se antojan inaplazables.

Cabe considerar también la decisión de Rajoy como ungesto de responsabilidad política. De haber optado por irseahora a casa, seguramente habría alimentado el clima de confrontación entre los diferentes sectores del partido, identificados con la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y con el alcalde de la capital española, Alberto Ruiz-Gallardón, y acaso algún otro que se pudiera sentir con arrestos para optar a la dirección en ausencia de Rajoy. Que aspire a la elección no excluye otras candidaturas, pero sin duda obliga a todos a moderar el debate.

OBLIGADO A LLEGAR A ACUERDOS Si esta moderación que ahora parece obligada tiene continuidad después del congreso del partido a finales de la primavera, y prevalece el sentido de Estado por encima de la crispación que ha reinado en España en la última legislatura, el presidente del PP estará en situación de afrontar con el PSOE aquellos asuntos --reforma de la Constitución, renovación del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, política antiterrorista, programas sociales-- que obligan a un acuerdo ineludible de las dos grandes fuerzas del Congreso por imperativo legal o lo hacen aconsejable. Y de paso podrá adoptar una actitud más comprensiva hacia comunidades autónomas como Cataluña o el País Vasco, en las que los populares no solo han cosechado resultados muy malos, sino que en ellas se ha dado la máxima expresión del voto útil contra el PP al que el propio Rajoy aludió ayer, en una muestra de sinceridad y autonomía que se echaron en falta en muchas fases de la anterior legislatura.