Dramaturgo

La última vez que estuvo Marte cerca de nosotros, la catedral no existía, ni había caído ningún coche dentro de la fuente de los anillos . Por no haber, creo, no había ni dinosaurios y si alguien andaba por estas tierras de segunda división B, era Javier Tebas.

Que Marte esté tan cerca, mosquea. A ver si resulta ahora que lo de ser dios de la guerra y acercarse un año de tanto conflicto bélico a este planeta descreído y peleón, nos confirma un poderío que puede dar al traste con las creencias de esta España católica, apostólica y sentimental. Ya me veo a Pilar del Castillo implantando la asignatura obligatoria de mitología donde antes dijo religión patria . Ya me veo en la romería de Bótoa bailando las jotas extremeñas ante la efigie de Palas Atenea y a los del Ateneo ocupando la catedral para confesarnos a todos por el pecado de la incultura.

Dicen que en Marte no hay vida, casi como aquí que para la que queda ni es vida ni es nada. Vida, lo que se dice vida, es la que se pegan algunos después de masacrar la otra vida (animal y vegetal) y cobrar buenos dividendos de operaciones inmobiliarias corruptas. En Marte igual hubo vida y se fue acabando como aquí porque la cara que se le ha quedado a ese planeta se parece mucho al panorama de solares a medio edificar de La Antilla, Marbella o Sevilla la Nueva, polvo rojo de ladrillos y huellas de caras extrañas, duras como el pedernal, y un tufo a árboles quemados que tira para atrás. Dicen que en Marte hubo agua y que poco a poco se secaron los arroyos y los mares y que hace un calor de mil demonios. ¿Y si en lugar de Marte no nos estamos reflejando en ese espejo infinito que llamamos Universo?