No puede ser que la solución a todos los problemas que pasan en el mundo -guerras, salvar inmigrantes, incendios forestales, delincuencia...- esté siempre focalizada de una manera individual. No puede ser, por ejemplo, que cuando vas a comprar al supermercado tengas que comprar pensando en tu nefasta aportación a la contaminación mundial, o sea, ¿comprar menos carne?, ¿nada envuelto en plástico?, ¿comprar verduras naturales muy caras y, encima, pagar la bolsa, porque de este modo salvaremos el mundo de la catástrofe total? Mientras tanto, los verdaderos responsables que tienen el poder para cambiar las costumbres mundiales, y quizá salvar la Tierra, viajan en unos yates inmensos, coches grandiosos, aviones particulares y viviendo a toda mecha. La corrupción es su pan de cada día. Menos lecciones de educación ambiental y social y más concretar y decidir, ustedes que pueden, qué hay que hacer para salvar el mundo. Todavía estamos a tiempo.