Este periódico daba cuenta en su edición de ayer del significativo crecimiento del número de accidentes de moto en la región: hasta agosto del pasado año se habían contabilizado 65 accidentes de motocicleta (no ciclomotores), en tanto hasta agosto de este año el número de siniestros había llegado al centenar.

Hay unanimidad entre los expertos para explicar el porqué de este fenónemo: por un lado el aumento del parque de motocicletas desde que en el 2006 Tráfico permitiera conducir este tipo de vehículos sin un carnet hasta entonces específico (basta el más común: el B); por otro, la consiguiente menor formación de los nuevos conductores de este tipo de vehículos.

La realidad parece indicar que Tráfico se precipitó al permitir conducir motos sin formación específica. Lo que se impone, por tanto, es que se corrija ese error, porque en ello algunas personas les va la vida (seis motoristas han perecido en las carreteras extremeñas hasta el mes de agosto) o la integridad física (más de cien heridos, graves y leves, en este tipo de accidentes). ¿Y cómo hacerlo? Una fórmula podría ser incluir formación de motos en las autoescuelas, como ahora es hace con la del coche. Si el carnet faculta a un ciudadano a conducir motos, ¿por qué no hacerle que pruebe antes que sabe conducirlas?