WEwl Gobierno mantiene su determinación de luchar contra el consumo de tabaco y responde al desafío que le han presentado las tabacaleras al bajar los precios de los paquetes de cigarrillos para que sean más accesibles. Como el Congreso no convalidó, por error, el decreto del 20 de enero, el viernes el Consejo de Ministros aprobó otro, nuevo, aún más severo: el impuesto especial de las cajetillas sube del 56% al 57%, y el tipo fijo que recauda por cada 1.000 cigarrillos --equivalente a 5 cartones de 10 paquetes-- aumenta en 2 euros, de 6,2 a 8,2. Para ceder en algo, suaviza --veremos con qué resultados-- la restricción de venta de tabaco en los quioscos de prensa.

Las tabacaleras menores abrieron la guerra del tabaco barato, pero las multinacionales las imitaron. Esa espiral favorecedora del consumo devaluó la eficacia de las normas que las autoridades sanitarias habían dictado para reducirlo. A ese todo vale se le ha sumado el anuncio de la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP, de que será más tolerante que el Estado al definir los recintos donde autoriza fumar. Si el Gobierno no quiere quedar desautorizado por todas esas maniobras, debe continuar contrapesándolas con medidas como este aumento de los impuestos.