La resolución firmada en Toledo por la UE y EE UU que compromete a ambos a intercambiar información y utilizar tecnologías avanzadas para la "detección precoz" de terroristas y explosivos en los aeropuertos ha permitido a los europeos posponer la discusión sobre la instalación de escáneres corporales, y a los norteamericanos, asociar más si cabe a su estrategia la diseñada por los Veintisiete para hacer frente al terror global. De paso, los ministros de Justicia e Interior se han dado un periodo de reflexión para aquilatar si son realmente precisos los controles físicos o si el intercambio de información, mediante un registro de pasajeros (PNR), hace innnecesario someter a todos los viajeros a otros filtros.

Sorprende que hasta la fecha no se haya organizado un PNR europeo, de forma que cada país suministraba hasta ahora información a Estados Unidos sobre el pasaje que partía de sus aeropuertos, pero en el seno de la UE no circulaban estos datos. Una debilidad manifiesta de los sistemas de seguridad intraeuropeos que, para los adversarios de los escáneres corporales, hace aún menos explicables las prisas por instalarlos.

El convencimiento del Gobierno norteamericano de que Al Qaeda destina sus mejores cerebros a estucómo burlar los controles aeroportuarios alimenta, la opinión de quienes piensan que todas las prevenciones están justificadas.