Entorno a una cuarta parte de la población ya lo conforman personas mayores de 64 años. De ellas, un 26% viven solas. Las cifras están alcanzando un máximo histórico, lo cual invita a reflexionar y abordar un fenómeno, la soledad, que no hará más que agravarse en los próximos años. Nuestra sociedad goza actualmente de una de las mejores esperanzas de vida de Europa. Por encima de los 80 años en los hombres y de los 86 en las mujeres. Esa diferencia por sexo también se aprecia en la estadística de las personas que viven solas, mayoritariamente mujeres y que aumenta progresivamente con la edad.

Es necesario recalcar una obviedad, vivir solo no es sinónimo de soledad. Tener una vida social activa y sentirse parte de una comunidad es fundamental para no convertir una situación vital determinada en un peso doloroso de sobrellevar. La edad comporta unos cambios innegables. Entre ellos, los círculos sociales empiezan a menguar. Ya sea por la pérdida de personas con las que se habían creado vínculos afectivos o por la lejanía de los seres queridos. Por otro lado, la salud cada vez reclama más atención.

Cabe abordar el envejecimiento de la población desde múltiples planos. Por supuesto, el de la atención sanitaria, incluyendo el apoyo psicológico, es algo consustancial a la edad. La pérdida auditiva, las dificultades en la visión u otros problemas de salud contribuyen a un mayor aislamiento de las personas englobadas dentro de la tercera edad. En algunos casos, la situación podría mejorar con una buena atención médica.

En paralelo, hay una serie de intervenciones a medida que puede hacer más fácil y plena esa etapa de la vida. Transporte, tecnología, vivienda o actividades sociales, incluido el contacto intergeneracional, son algunos de los campos a trabajar. Es evidente que abordar el aumento de la esperanza de vida es un importante reto para las Administraciones públicas. Por ello, como ya se hace desde algunas de ellas, hay que considerar el envejecimiento como un tema prioritario en los próximos años.

Sin duda, son necesarios recursos. Pero sobre todo resulta obligado pensar, debatir y diseñar soluciones globales y positivas para una situación que solo se acrecentará.