En estos momentos de pérdida acusada de empleo, más que recurrir a viejas proclamas de flexibilización laboral, habrá que incidir, de una vez por todas, en cambios estructurales sobre los Servicios Públicos de Empleo. El compromiso fallido del Gobierno central en el Acuerdo para la Mejora del Crecimiento y del Empleo explicitaba un Plan Global de Modernización para éstos, que ofreciera otra concepción del ordenamiento de las políticas activas de empleo. Compromiso incumplido que no evita que la tozudez de la realidad haga necesario retomar, aunque sea haciendo de la necesidad, una virtud.

El diálogo social con la Junta de Extremadura ya ha fijado la necesidad de negociar el nuevo modelo del Servicio Extremeño Público de Empleo --SEXPE-- para su revalorización a través de su eficacia, pero no puede dilatarse en el tiempo. Eficacia que solo se dará si sus usuarios lo contemplan como herramienta útil para su inserción profesional o para su promoción en el empleo. Algo que, en estos momentos, no ocurre.

Su abordaje no es fácil, pero para CCOO es necesario retejer un servicio público de empleo extremeño donde lo sustantivo sea preguntarse quiénes son sus 82.255 personas registradas y qué es capaz el SEXPE de ofertarles en función de sus perfiles. Para ello, se impone una clasificación previa, acompañada de itinerarios personalizados y alejada de intencionalidades estadísticas que justifiquen el mito de la baja disponibilidad.

XELABORARx estrategias que den sentido a las propuestas de inserción que hagamos a las mujeres, a los jóvenes, a los inmigrantes, a las personas con discapacidad, a los parados de larga duración, contemplando una multiplicidad de variables como la edad, su nivel de estudios, su ubicación territorial, su prestaciones sociales o su vulnerabilidad ante su ausencia.

La descentralización de las políticas activas de empleo en el territorio a través de variados agentes públicos y privados requieren del liderazgo de un SEXPE autónomo, fuerte, aglutinador de objetivos compartidos y que no sea un mero espectador en la distribución fría de fondos. A mayor descentralización, mayor necesidad de liderazgo por parte del SEXPE en la ordenación de estas políticas y de sus gestores, en la orientación y tutela de los demandantes de empleo y en los que quieren mejorarlo, en la intermediación laboral y en la evaluación de resultados.

El objetivo deberá ser dar coherencia a la hora de orientar, formar, insertar, promocionar o recolocar dado el abrumador abanico de gestores, que deben responder más a necesidades de justificación de los programas adjudicados que a la ordenación con significado hacia el empleo. El resultado no puede ser el descrédito de las políticas activas y su desvalorización social. O acordamos poner al servicio de los más vulnerables las políticas activas de empleo, con un nuevo escenario de la organización de los recursos, o seguiremos profundizando en la administración errónea de programas alejados de las demandas sociales y de su validación para la cualificación en el desempeño de una competencia. Programas y ofertas que, hasta ahora, se justifican más por el número de personas participantes que por su inserción real dentro de la secuenciación lineal de apoyos que de respuestas a las expectativas vitales de la persona que busca empleo.

Para CCOO, en este cambio, el SEXPE debe abordar su reestructuración, profundizando en un sistema de orientación profesional estable, flexible y para todos los trabajadores y trabajadoras. Una orientación que no puede estar fragmentada y que ha de ser independiente de la situación laboral. Se ha de presentar una oferta de cualificación certificable y reconocible en el tejido productivo, amplificando su, hasta ahora, testimonial capacidad de intermediación en el mercado de trabajo, impropia de un sistema público de empleo. Coherencia que se explicita en el Pacto por la FP en Extremadura, que deberemos poner en valor todos sus firmantes.

En paralelo, se necesita reafirmar la esencia de un Consejo General de Empleo más proactivo y menos nominal en la anticipación a los vaivenes del mercado de trabajo, en el seguimiento de la contratación territorial y sectorial y de la abundante contratación externalizada de la propia Junta de Extremadura. También en el control de los contingentes de inmigración, en el gobierno de las iniciativas locales de empleo o en las apuestas innovadoras de diversificación económica que deberá acompañar los proyectos de desarrollo rural. Sin olvidar el papel complementario de otros órganos de participación, como la Comisión Tripartita de la Inspección de Trabajo que deberá orientar y planificar actuaciones en la lucha contra el fraude.

En este esfuerzo, el SEXPE no estará solo porque compartimos el diagnóstico y hemos consensuado estrategias para el cambio. Pero el cambio requiere de cierta capacidad de asunción de riesgos y sería muy imprudente que no nos arriesguemos a intentarlo, ya que lo conseguido hasta ahora no es suficiente, y hay que ordenar la casa de todos para evitar dejar en la cuneta a los más vulnerables.

*Secretario General de Formación y Empleo de CCOO de Extremadura.