Unos aranceles que podrían llegar hasta el 100% del valor del producto. Eso es, nada más y nada menos, la propuesta que tiene sobre la mesa ahora mismo el Gobierno de Estados Unidos para gravar a la aceituna de mesa y al aceite de oliva español a partir de mediados de agosto y que supondría la expulsión definitiva de estos sectores de un importante mercado que ha llevado años y grandes inversiones conquistar.

Pensábamos que tras los últimos aranceles que se nos impusieron en febrero, hace solo seis meses, el sector podría ir recuperándose, adaptándose, como nos pasa siempre a los que nos dedicamos a esto, pero las miles de familias que viven del olivar en toda España van a tener ahora una supervivencia muy difícil, porque todo el empleo, la riqueza, la localización de las empresas, especialmente las cooperativas, que hay en torno a este sector difícilmente tienen un futuro si esta situación continúa.

Una situación a la que Estados Unidos está autorizado por la Organización Mundial del Comercio (OMC), para que se resarciera con aranceles por valor de 7.500 millones de dólares, tras las ayudas a Airbus. Pero una situación que es injusta para el sector agroalimentario, que ha demostrado que es estratégico en la economía española y esencial para que todos tengamos alimentos que poner en nuestra mesa. Especialmente cuando hablamos de un alimento tan inmensamente saludable como es el aceite de oliva, que es uno de los únicos productos con los que España es líder a nivel mundial y además es pilar fundamental de la dieta mediterránea, que la más saludable como demuestra que tengamos la mayor esperanza de vida.

Ahora, nos toca pagar los platos rotos, a través de una sucesión de aranceles para la aceituna de mesa y el aceite de oliva, envasado y a granel, de unos contenciosos comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea por el sector aeronáutico, que poco tiene que ver con nosotros y que desmoraliza aún más a un sector que ya está muy tocado y que no hace más que ver cómo se multiplican los frentes que tiene abiertos.

Cuando los industriales se vayan a otros países, porque desde aquí no se pueda exportar al mercado estadounidense, ¿qué haremos con nuestra aceituna y nuestro aceite?

Mientras tanto, seguimos desconociendo el plan del Gobierno de España, si va a solicitar medidas compensatorias para estos sectores, si va a iniciar conversaciones diplomáticas para poner fin de una vez por todas a estos conflictos comerciales o cuál va a ser su hoja de ruta para evitar que un conflicto ajeno al sector agroalimentario tenga consecuencias en miles de productores y cooperativas, que generan empleo, dinamizan la economía y no se deslocalizan como otras empresas.

Porque miles las familias que viven del olivar en España, que ya atraviesan una situación de falta de rentabilidad, no pueden ser las perjudicas por decisiones políticas que le son totalmente ajenas.

Así, hemos pedido reuniones con los ministros de Agricultura y de Industria y Comercio, porque el Gobierno debe ser consciente de la defensa firme y contundente que le estamos pidiendo de los intereses del sector olivarero, que es motor de nuestra economía y clave para el mantenimiento y la sostenibilidad de nuestros pueblos. Más aún cuando, al parecer, países como Francia y Alemania, que también están afectados por la decisión de la OMC ante las ayudas a Airbus, ya han regularizado estas ayudas. Pero aquí, seguimos sin saber qué va a hacer el Gobierno español al respecto.

Y ya no podemos quedarnos más al margen de todo esto. Y tampoco la sociedad debe ser ajena a ello, porque estamos defendiendo algo que es de justicia, que es nuestro futuro. El futuro de todos.

La aceituna de mesa es uno de los sectores más afectados por los ataques de Estados Unidos al sector agroalimentario. Desde noviembre de 2017, soporta aranceles por la exportación de aceituna negra por antidumping que el Gobierno de Trump fijó en un 34,79% en junio de 2018. Eso supuso la pérdida de la mitad del mercado estadounidense, agravándose la situación cuando el sector recibió un nuevo varapalo en octubre de 2019 con la imposición de nuevos aranceles a la producción de aceituna de mesa, está vez de un 25% y a la aceituna verde.

En el caso del aceite de oliva, la imposición de una tasa del 25% al aceite de oliva envasado de origen español está expulsando al sector de Estados Unidos, mercado que hasta el pasado mes de octubre era el segundo país importador de aceite de oliva de España, por detrás de Italia.

Sin embargo, según los últimos datos disponibles, las ventas de aceite de oliva español envasado entre mayo de 2019 y el mismo mes de 2020 se desplomaron por encima de un 71%, a pesar de que Estados Unidos volvió a batir su récord mensual de importaciones de producto envasado, con más de 25.600 toneladas.

Extremadura es la tercera región productora de aceite de oliva en España, por detrás de Andalucía y Castilla La Mancha y la segunda en producción de aceituna de mesa, por detrás igualmente de Andalucía. Todos nos hemos unido para intentar frenar esta situación y para reclamar el apoyo de la Administración nacional, que nos ha abandonado a nuestra suerte ante las decisiones del Gobierno de Trump y que debe asumir su responsabilidad.

* Presidente de la Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura