Sorprende el rasgamiento de vestiduras de algunos prohombres, desde César Luena , la tarde noche en que Rajoy renunció sin renunciar a su investidura, desescribiendo con su argucia o regate la crónica de una humillación anunciada, hasta Felipe González . El primero, al borde de un ataque de chasco, habló de conducta antisistema, el otro, de desplante al jefe del Estado. En este asunto, una no tiene opinión bien definida, pues sí aprecia maniobra dilatoria pero no falta de respeto a su majestad.

Y sorprende ese artificial escándalo, sobre todo cuando ahora, fuentes cercanas al presidente del Congreso, según el ABC, aseguran que López no pondrá piedras en el camino de ninguno de los candidatos: "Dará tiempo para las negociaciones y le consultará antes de convocar el pleno de investidura. (...) Si Pedro Sánchez necesita más tiempo, se amoldará. Lo que no va a ocurrir es que venga un candidato al Congreso, sabiendo que no va a recibir la confianza de la Cámara".

Así que huele algo a podrido el contraste entre la prisa de antes para escenificar la ejecución del candidato Rajoy , a día de hoy ya irreparablemente demonizado desde Valencia al más allá, y la calma de ahora para propiciar la entronización del candidato Sánchez .

Lo cual no obsta para que una se pregunte hasta la extenuación que han estado haciendo sus señorías desde el 20D aparte de una desenfrenada presencia en las redes sociales y una pasividad total en las conversaciones. Resulta que Rajoy no había hablado con Rivera . Resulta que Sánchez no se le ponía al teléfono pero ejercía de odiador oficial del PP y cortejador de Ciudadanos y Podemos al buen tuntún. Resulta que Pablo ofrecía en público con menosprecio incluido lo que en privado ocultaba. Y en medio Rivera , el único que quería mediar y al que algunos se han atrevido a acusar de alcahuete.

Esto es una mascarada cuyos protagonistas, entre las inversiones paradas y la inestabilidad instalada, siguen siendo la pasividad de Rajoy , la agresividad de Sánchez , la angustia de Ciudadanos, la astucia de Podemos, y el oportunismo de Garzón .