TStituémonos en la segunda mitad del siglo XVIII, varios monarcas europeos aceptaron las ideas propuestas por la Ilustración, con la idea de dar más participación al pueblo, ilustrarlo, darle su relevancia social pero eso sí, manteniendo la monarquía absoluta. Era lo que se conocía como "rey filósofo", amante de las artes, la cultura y la ciencias, rodeado de una élite social culta que sabía lo que su pueblo necesitaba y lo que le convenía en cada momento, realizando reformas con el único fin de llevar el estado de bienestar y la felicidad al pueblo. Pero el despotismo ilustrado tenía una máxima, resumida en la célebre frase "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", aquí el pueblo es solo un objeto, no un partícipe del gobierno, que recae en el "rey filósofo", que para eso es quien lo conoce y sabe lo que le conviene. Al despotismo ilustrado también se le suele llamar absolutismo ilustrado; y a quienes lo ejercen, dictador benevolente.

Disculpen los doctos el resumen realizado, pero más o menos se entiende la idea, y la relación con este artículo, viene por el lema "todo para el pueblo,...". Sí, a estas alturas, después de casi dos meses de celebradas las elecciones, cada vez más nuestros políticos con sus actitudes y paralelismos, se retratan más como monarcas absolutistas bajo el disfraz de rey filósofo paternalista, pues pareciera que una vez usado al pueblo como objeto (votos), excusado y amparado en la democracia de las urnas, ahora toca decidir por el pueblo pero sin el pueblo, porque solo él sabe qué necesita y le conviene al pueblo, y si para ser monarca disfrazado hay que traicionar los valores e ideales que promulgué al pueblo, no crean fue por utilizarlos como objeto (votos), será porque solo siendo monarca disfrazado podrá ayudar al pueblo, porque solo él sabe qué quiere y conviene, ...al pueblo, claro.

El abuso del uso de "pueblo", por cierto, ya está siendo un poco cansino. Para cada uno de los que se presentaron a las elecciones, "el pueblo les ha votado", "el pueblo ha hablado", el pueblo quiere, no quiere, etc. Señores dictadores benevolentes, hay que escuchar al Pueblo, con mayúsculas, no solo oír a "su pueblo" con minúsculas, o lo que es peor, desoir al propio y escuchar al de al lado.