Desde que, hace ya más de tres siglos, que el ciego estuvo un poco con el escobajo en la mano y, meneando la cabeza, le dijo a Lázaro que le había engañado porque, aunque sin ver, sabía perfectamente que él estaba comiendo las uvas del racimo de tres en tres, la cualidad intrínseca del pícaro ha venido para quedarse entre nosotros. El acuerdo que Lázaro y el ciego, al que cuida, hicieron de compartir un racimo comiéndose las uvas de una en una, lo rompe el ciego cogiéndolas de dos en dos, y, sabiendo con absoluta certeza, que Lázaro, el pícaro por excelencia, no sólo rompería el pacto y cogería las uvas de dos en dos, sino que lo haría de tres en tres. Al preguntarle el chico que cómo lo había sabido, el sagaz ciego le dijo que porque «yo las comía de dos en dos y tú callabas».

Pero si pícaro era Lázaro, también lo era el ciego, quien rompió primero el pacto e imaginó que el muchacho no sólo se contentaría con cogerlas, como él, de dos en dos, sino que se atrevería a zampárselas de tres en tres. Y es que, en tiempos difíciles y adversos, se agudiza el ingenio de manera asombrosa. Y éste es el caso que ahora nos ocurre con las máscaras y mascarillas que debemos usar para protegernos y proteger a los demás del contagio de la pandemia de la Covid-19. Si, hasta hace no más de unos tres meses, una bolsa de mascarillas no costaba más de tres euros, ahora, por ese dinero, no se puede conseguir ni una mediobuena porque, eso sí, se hace necesario y casi obligatorio bucear en internet para saber y poder ilustrarnos sobre los distintos tipos de mascarillas que hay y las posibilidades de protección que cada tipo nos reporta.

Así descubrimos que hay mascarillas quirúrgicas que, parece ser, impiden que pasen agentes infecciosos a otras personas, pero no evita el contagio a quien las lleva. Por otra parteestán las autofiltrantes, que son, por lo visto, más eficaces que las otras para el tema que nos ocupa. Éstas sí nos protegen desde fuera hacia dentro, pero, ojo, que hay que entender y conocer bien los diferentes tipos que hay para que la protección sea total. Están, por una parte, las FFP1, también las FFP2 y las FFP3 por otra y, aunque parecen antiguos cursos residuales de la Formación Profesional antes de que llegara la Logse, en realidad son los números y las letras con que se denominan estas mascarillas, dependiendo de en cuánto porcentaje nos protegen frente a este virus invisible y altamente contagioso.

La eficacia de la FFP1 (FilteringFacePiece 1) es de un 78%, la de la FFP2 es un 92% y la de la FFP3, un 98%. Eso sin olvidar la KN95, que viene a ser la equivalente a la FFP2. Y, una vez que las autoridades sanitarias nos han aclarado que es útil o no utilizarlas, que no es aconsejable o sí, hasta finalmente decir que es obligatorio su uso, aunque los que se las pueden quitar son los que tienen problemas respiratorios, que eran los que antes las utilizaban, es entonces, digo, cuando se pone en marcha la maquinaria de la picaresca de este país a la hora de ajustar el precio. ¿Cuánto vale una mascarilla? Dependiendo de las marcas y tipos, los precios comienzan a variar, a pesar del precio que llegue a fijar el gobierno. Así, pasan de costar de 0,96 euros la unidad, a 1,50 euros, y a 2,60 euros, y a 5 euros. Algunos recurren a pedir el artículo on line, y ahí hasta pueden llegar a más de 10 euros la unidad, si son de la FFP o KN de las gamas más altas, aunque si se piden de las gamas más bajas, quizás te las pueden dejar más baratas.

En esta guerra de precios, me contaban que, no hace más de una semana, dos farmacéuticos se enzarzaban en airada discusión sobre quién de los dos vendía más baratas las mascarillas. Uno manifestaba que no las había subido de precio, mientras que el otro le aseguraba que no era cierto. Como no llegaban a un acuerdo, al oírlo, no pude por menos que pensar en la buena oportunidad que se había perdido aquel Anónimo del siglo XVI, o el poeta y diplomático español don Diego Hurtado de Mendoza, en su caso, quien, para acabar la discusión, habría sabido poner, magistralmente, en la boca de uno de los farmacéuticos aquella pregunta “¿sabes por qué sabía que las vendías a 4,50 euros?”, para inmediatamente hacer contestar al mismo, “Porque yo las vendía a 3,75 euros y tú callabas”.

* Profesor