XHxay cosas que unen y otras que separan. Hay quienes trabajan desde la menudencia a lo trascendente para evitar lo que separa y acentuar lo que nos une. Desde las ópticas nacionalistas se produce continuamente un frente de demandas que van de asuntos de trascendencia a otros de menudencia.

Pedir, como pretende hacerse desde algún entorno territorial, que se singularice la matrícula de los vehículos de esa comunidad, añadiendo a las normalizadas matriculas europeas tres letras identificativas de su territorio, en este caso Cataluña con las letras CAT, no es en sí algo que haga temblar los cimientos del Estado; es una nimiedad, si como nimiedad se toma, innecesaria totalmente, no muy afortunada desde el punto de vista práctico y que tendría la engorrosa consecuencia inmediata de provocar la casi obligada imitación por otras comunidades. El cambiar todas las matrículas de coches españolas, porque desde Galicia a Andalucía, o de Extremadura a Valencia, ninguna de las diecisiete comunidades autónomas se iba a quedar atrás. Pero es más, al ser una normativa europea la que regula el formato de las matrículas de vehículos, ésta tendría que ser modificada, para que los distintos territorios europeos, ya en la Europa de los 25, al menos trescientos, pudieran incorporar sus siglas singulares a las matrículas identificativas de sus respectivos estados.

Poco operativa parece esta idea, pero además, ¿a quién beneficia? Salvo a los que tengan el negocio de fabricar matrículas para vehículos, a nadie.

No creo que el genio de la literatura en Cataluña mejore por las nuevas matrículas propuestas, ni tampoco las finanzas, ni mejoraría el empleo, ni nada de nada. Y si no mejora ni a nada ni a nadie, ¿por qué se pide? Pues tan sólo con un fin, y desde luego no es el mejor de los fines, el de remarcar diferencias, el de ahondar en las distancias, aun en lo menudo, en lo menor. Es tan sólo una cuestión simbólica, y desde este momento, el asunto deja de ser menudo y deja de ser menor. Ya no estamos en el huevo, estamos en el fuero y los asuntos de fuero, de fuero son.

Las buenas intenciones hay que agradecérselas a todo el mundo, pero es bueno recordar lo que decía santa Teresa , de que el infierno estaba empedrado de gente con buenas intenciones. Es lícito, faltaría más, incluso puede ser constructivo tener desde este o aquel territorio una concepción distinta de lo que debe ser España y lo español, pero es bien conocida la dificultad de concebir el todo desde las partes. Para hablar de España hay que elevar el vuelo desde los territorios para contemplarla en su conjunto. A vista de pájaro, mejor que a ras de tierra.

Caminar hacia un estado federal, como el alemán, el norteamericano o el canadiense, es perfectamente posible, incluso una meta final deseable. Buscar vía semántica una confederación de hecho, es algo que no cabe, la mayoría de los ciudadanos españoles lo rechazamos, es fuente de todo tipo de desestabilidades y, como estamos entre demócratas, es imposible.

Una cosa son los nacionalismos, que merecen todos los respetos, y otra las actitudes radicales de algunos nacionalistas, que te llevan directamente a la balcanización del país. Cuando se pone énfasis en lo nimio, sin necesidad ni fundamento, buscando lo diferente por lo diferente, se dan pasos en la dirección de lo que nos separa, cuando nuestra realidad política lo que nos aconseja es poner énfasis en lo que nos une.

Llevamos 4 siglos de trinca territorial. Seguro que aguantaremos otros cuatro, pero no es lo mejor que nos puede ocurrir.

*Ingeniero