El matrimonio homosexual ha llegado a los parlamentos británico y francés al mismo tiempo, pero con reacciones muy distintas en uno y otro país. En el Reino Unido, donde la permisividad y el respeto a la vida privada son tradición, las bodas gais no son vistas como una amenaza a la institución del matrimonio. Sin oposición en la calle, es el sector más recalcitrante del Partido Conservador el que protagoniza la revuelta contra la iniciativa personal del primer ministro, David Cameron . En Francia, la iniciativa nace de una promesa electoral de Hollande y ha dividido a la sociedad al encontrar una feroz oposición en la calle, protagonizada por los sectores más tradicionalistas. Quienes a uno y otro lado del canal de la Mancha se oponen a estas uniones deberían echar un vistazo a los seis países de la UE donde estos matrimonios son legales. No han socavado los cimientos de la sociedad. Son otros los males corrosivos (la corrupción, sin ir más lejos). Con el matrimonio homosexual, lo que hace la sociedad es avanzar hacia la igualdad.