Este mes se cumple el cincuenta aniversario del Mayo del 68, que con gran repercusión en el mundo constituyó un hito histórico en el movimiento estudiantil francés. Por esos días, la Unión Europea (entonces CEE) había sentado los cimientos del estado del bienestar y atravesaba un periodo de crecimiento económico. El mundo vivía dividido en dos bloques. En la Unión Soviética mandaba Leónidas Breznef y en USA el republicano Lyndon Johnson.

El modelo económico imperante en Europa había desembocado en un sistema productivista y se vivían los albores de una sociedad de consumo. En Francia, el presidente De Gaulle imponía la reforma de la Seguridad Social, que iba a suponer un mayor esfuerzo contributivo para los trabajadores, y se aprobaban leyes de reforma universitaria. En política ocupaba un lugar destacado la gauche divine, en la que el pensamiento marxista-leninista se aderezaba con ideas trotskistas, maoístas y anarquistas. La literatura estaba dominada por la filosofía existencialista (Sartre, Beauvoir, Camus). El imperialismo yanqui sembraba la tragedia en Vietnam. Los jóvenes europeos vieron en el imperialismo y en el capitalismo burgués el enemigo a batir.

Animados por el despertar de la primavera, miles de estudiantes colmaron los bulevares parisinos con gritos y consignas contra la reforma universitaria mezclados con eslóganes contra la guerra de Vietnam y el capitalismo burgués. La represión gubernamental no se hizo esperar. La policía tomó el Barrio Latino. Se decretó el cierre de la Sorbona y los estudiantes llamaron a la huelga general. A partir del 6 de mayo se producen los acontecimientos más violentos. Las calles de París se llenan de grafitis que traducen pensamientos cuajados de anarquismo y utopía: «Gozad sin trabas», «La cultura es la inversión de la vida», «No trabajéis nunca», «Debajo de los adoquines está la playa».

El 10 de mayo tiene lugar la llamada Noche de las Barricadas. Cientos de jóvenes trabajadores, desencantados del sindicalismo histórico, se unieron a los estudiantes. La magnitud del conflicto despierta al fin la conciencia de las centrales obreras y convocan una huelga general para el 13 de mayo; una de las que mayor respuesta ha tenido en la historia de Francia. El conflicto se hace nacional.

Frente a una sociedad acomodada y burguesa, los jóvenes de la década de los sesenta soñaban con otra sociedad menos materialista. Los estudiantes franceses no sentían especial preocupación por sus problemas económicos. No se identificaban con los partidos políticos y mostraban un gran rechazo a los sindicatos («los sindicatos son burdeles»). Sus reivindicaciones se centraban sobre todo en los derechos civiles y el pacifismo (Mitterrand la denominó «la revuelta de los zánganos»). Con el paso de los días fueron aflorando pintadas con eslóganes más ácratas y anticapitalistas, pero también más hedonistas y utópicos: «Esto sangra», «Los mercados son tristes», «Prohibido prohibir», «La imaginación al poder», «Sed realistas, pedid lo imposible».

Con la perspectiva de este medio siglo, podemos hacer algunas semblanzas con aquella primavera. Al igual que entonces vivimos tiempos convulsos. El capitalismo, hoy en forma de globalización, también es cuestionado por muchos jóvenes. El ecologismo y el feminismo han tocado la conciencia social. Se han producido movimientos análogos, por ejemplo, el 15M, que estuvo más politizado que el mayo francés. En contraste con aquella década de los sesenta, los jóvenes de hoy sienten su frustración por los graves problemas materiales que les atañen (desempleo, dificultades para el acceso a la vivienda, corrupción), preocupaciones que vienen derivadas de la crisis económica. Los pensionistas se han unido a las protestas. Europa ha entrado en crisis y se debate entre xenófobos y populistas. Continúan las guerras en el mundo. Lo que antes se pintaba en los muros, ahora se divulga por las redes sociales. Pero seguimos con los mismos o análogos problemas. Y todos, jóvenes y mayores, en nuestro fuero interno, continuamos soñando con esa utópica sociedad ideal. Cincuenta años no son nada.