WEw l presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, fue el sábado optimista sobre el futuro ante el comité federal del PSOE. Cumple su papel después de los resultados obtenidos el 9-M, pero su optimismo no se debe únicamente a una cuestión retórica. Y es que tiene razones. El recuento de los votos llegados desde el extranjero le permite sacar pecho, porque ha ganado en todas las circunscripciones electorales (en Extremadura el PSOE obtuvo más del 60% del sufragio de los no residentes) y con los resultados definitivos se coloca un millón de votos por encima del Partido Popular. También amplía su ventaja final sobre ese partido, que sube a 3,9 puntos (un punto menos que en las elecciones del 2004). Además, es la primera vez que el PSOE mejora en votos y escaños encarando unos comicios desde el Gobierno, ya que las otras victorias (las de los años 86, 89, 93) supusieron una erosión, lenta pero continua, de la gran mayoría absoluta de 1982, cuando González obtuvo 202 diputados, el mayor grupo parlamentario de la historia de la democracia.

Por otra parte, tampoco se vislumbran obstáculos para la investidura como presidente. De hecho, Zapatero tiene a su alcance más de una fórmula para alcanzar los 176 apoyos que precisa. Con los dos votos del BNG, aliado en el gobierno de la Xunta de Galicia, cuenta de partida con 171 diputados. Y puede sobrepasar los 176 solo con los seis del PNV --que también el sábado en asamblea corrigió su actitud soberanista y se mostró dispuesto a empezar una nueva etapa de acercamiento a los socialistas-- y el de Nafarroa Bai. Rosa Díez, por su lado, ha dicho que no descarta apoyar la investidura. Sin olvidar que José Blanco, encargado de la negociación, trabajará a fondo el voto de CiU (10 diputados), ERC (3) e IU (2). Zapatero tiene pues una mayoría sólida.

Pero no todo es de color de rosa y también se divisan dificultades para la acción del próximo gobierno. Es imprescindible que la relación con el PP mejore. Zapatero ya se ha mostrado dispuesto a tender la mano para hacer una política de unidad de los dos grandes partidos en terrorismo. Es posible que Rajoy no quiera, pero los socialistas tendrán que hacer un esfuerzo para conseguir esa unidad. Además, como señalaron durante el comité federal Montilla y Solchaga, la economía será la clave de la gestión. La personalidad de Pedro Solbes es una garantía, pero cuando en Estados Unidos hay pánico, el exceso de confianza solo es posible entre los poco informados.

Y la tarea principal de Rodríguez Zapatero es formar un nuevo Gobierno sólido, solvente y que se explique. Será de continuidad porque María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes seguirán en sus puestos. Pero también debe ser más solvente y conllevar renovación. El papel de Alfredo Pérez Rubalcaba --que aún no ha decidido qué hará en la próxima legislatura--, el de Jesús Caldera en la política social, el de Carme Chacón y el posible relevo en Exteriores son las grandes incógnitas a la hora de abordar cómo será el futuro Ejecutivo.