El final de los 70 en las Islas Británicas fue una época turbulenta. Un clima sombrío y contestatario recorría Reino Unido, consecuencia de una grave crisis económica, que había destruido miles de empleos y creado una permanente frustración en unos jóvenes británicos, que se preguntaban siquiera si existía algo parecido a un futuro para ellos. Aquello fue el germen perfecto para un latigazo musical que capitaneó toda esa rabia juvenil que la situación social volcaba en el país. La explosión (abortada) del punk, con grupos que son ya parte del imaginario colectivo, y con un himno oficioso firmado por The Sex Pistols : Anarchy in UK.

Para todos los que nos gusta el "combat rock", hay un riff de entrada de una canción de The Clash reconocible de forma instantánea. Los de Strummer , los otros grandes representantes del punk británico, cantaban irónicos en plena era Thatcher aquello de "Should I stay o should I go?". ¿Me quedo o me voy?

"This indecision's buggin' me" (Esta indecisión me molesta)

Nos encontramos a menos de una semana, el próximo 23 de junio, para la histórica votación de los británicos en el referéndum que decide si mantienen su integración en la Unión Europea. Lo cierto es que alrededor de la votación sobre el llamado 'Brexit' (mezcla en inglés de "Britain" y "exit", salida) hay cientos de análisis y escasas certezas. Una de las últimas es que las encuestas valen de bien poco.

Se han deslizado de un voto favorable a continuar a la Unión Europa hasta una ligera ventaja del 'sí' a dar la espalda a Europa. Pero lo cierto es que nadie puede asegurar nada a pocos días vista. Nos encontramos ante un resultado altamente impredecible.

Es difícil comprender desde un punto de vista continental los recelos que históricamente han existido en las Islas respecto a una Europa unida. Más allá de Londres (particular por su naturaleza cosmopolita y permeable a una mayor comprensión cultural), los británicos sospechan de una moneda única que parece un lastre y recelan de cualquier cesión de una soberanía que consideran intocable.

En unos años difíciles para la construcción europea, que capeó los límites de un colapso económico y que no termina de fomentar un crecimiento sostenible, es hasta cierto punto lógico que en aquellos lugares donde tradicionalmente hubo menos aceptación se pregunten si nos le iría mejor fuera de la UE.

"If you don't want me, set me free" (Si no me quieres, libérame)

Una eventual victoria de los partidarios del 'Brexit' abriría un proceso complejo, que no tendría duración menor a un lustro (algunos expertos hablan de 7 años). En lo que parece haber mayor consenso es en las graves consecuencias que tendría y en las enormes repercusiones económicas en unos mercados que siguen sin ver tierra firme.

Evidentemente, Europa perdería a uno de sus pilares. España sería la octava economía más afectada por el 'Brexit', teniendo en cuenta sobre todo que es un importante receptor de turismo británico. Pero parece claro que los platos rotos se pagarían "en casa".

Desde el punto de vista económico, muchas compañías multinacionales con sede en Londres ya preparan planes de contingencia. Es lógico que piensen en una reubicación ya que una de las causas de su localización son las relaciones comerciales con la UE. Que es además el mayor socio comercial del Reino Unido. En una eventual negociación para la salida, exigiría que los británicos cumplirían íntegramente con las exigencias del mercado comunitario. Y parece complicado que se permitan ciertas concesiones que sí han obtenido China o Estados Unidos. La fuerza en esa negociación no recae precisamente en Londres.

Un golpe así en los mercados (que siendo previsible no está ni de lejos descontados) generaría una inmediata depreciación de la libra y una pérdida de confianza en su economía, traducida en una subida del riesgo/país (la famosa "prima de riesgo"). Algunas de las estimaciones más negativas hablan de un impacto inmediato de un 3% en el PIB y de un incremento del 1,5% en el paro, con una depreciación del 20% de la divisa.

"Should I stay or should I go?" (¿Me quedo o me voy?)

Con todo lo dicho anteriormente, la salida no sería tampoco "gratis" para los países miembros. Muchos de los cuales, como España, ni siquiera han elaborado una planificación en caso de que se produzca finalmente. Las implicaciones de una salida británica son impredecibles. Pero está claro que abrirían la puerta a todos aquellos que, desde dentro, no creen en la construcción europea.

Algunos podrían analizar a corto plazo los beneficios de negociar bilateralmente con la UE, en vez de la posición actual de asumir las directrices marcados en Bruselas y por el BCE. Muy tentador para aquellos que gustan de las cortinas de humo.