XNxo puede faltar uno a la cita con ustedes ni un solo día. Lo digo, porque los compañeros colaboradores de este periódico, se han tirado como el gato al bofe, y me han dejado con un palmo de narices, en cuanto a la L edición del Teatro Clásico de Mérida. No se puede fiar uno de nadie. ¿Para que voy a hablar del Alterio , o de la programación que se nos viene, si la han trillado ellos, más que a la vida de Carmina Ordóñez ? La venganza es un plato que debe servirse frío y servidor se resarcirá en su justo momento. Así, que como Hamlet me debato entre la duda, de si hablar sobre el precio del tabaco, sobre las recurrentes playas de Matalascañas, o de mi vecina Montse y su mano para los fogones. Claro que, como uno lee la prensa a diario, siempre hay una noticia suculenta, que te hace salivar e hincarle la palabra en lo más apetitoso de su esencia. En esas estaba, cuando escucho y leo el cabreo del presidente Ibarra en plena faena parlamentaria, por el estado y pulso actual de nuestra comunidad extremeña. Se dolía el presidente, de que las gráciles y traviesas ninfas del PP, se pasasen su discurso por las mechas rubiolentas de su cabellera, amén de por los tacones y el despipote de su algarabía. Es decir, que mientras Rodríguez Ibarra desgranaba la salud actual de nuestra nación extremeña, las diputadas conservadoras brisaban el hemiciclo, con golpes de pelambrera, que se suponen debían de ser seductoras. O una de dos, o hacía un calor de cojones en la Asamblea para marear tanto aire, o don Juan Carlos no cayó nunca en la cuenta, de que las hembras de la oposición son muy mujeres, y no hay nada tan tentador para una hembra mujer, que dejar su cabellera al viento, o a quien se le ponga por delante. Que se sepa en toda la historia de la humanidad, sólo una mata de pelo de hombre ha sido digna de mencionarse y de pasar a los anales: la de Sansón . Sin embargo, peluconas femeninas, han derribado imperios y restaurado repúblicas; han llevado a las más cruentas guerras a la humanidad --Elena de Troya--, y han hecho perecer de locura y amor a los más fuertes e invictos generales. Si las mujeres han utilizado el pelo para marear la perdiz, los hombres han utilizado la entrepierna, palpándose los bajos, cada dos por tres, no sea que el pajarito hubiera echado a volar, en un alarde de independencia. La guerra no se hizo esperar y las mechadas cimbreantes cabezas de las diputadas profirieron un grito tan unísono, como atronador: ¡machista! Las rojas y uniformes testas de las socialistas --más tirando a pelonas-- cerraron filas entorno al jefe, y llamaron a la cordura, compostura y respeto a las díscolas cabezas locas.

También pudiera ser, que el meneo de pelos, fuera para abanicar a Carlos Floriano , que un cara a cara con Ibarra debe de dar sofoco y hasta sudores. O que fuera un tic exclusivísimo de las señorías del PP. O que viendo que las vacaciones están al caer, se ensoñaran en la brisa de una playa tropical al atardecer y con la melena al viento. O que intentaran que la palabra presidencial se enredara en los sedosos hilos, libres de caspa y perfumados de limón. Existen tantas lecturas como capilares tiene el cuero cabelludo de alguien que, evidentemente, no sea calvo. Propongo al presidente de la Asamblea, que ordene y mande, a partir del próximo curso político, la necesidad de llevar moños o recogidos, sean italianos o con redecillas goyescas. No sólo a sus señorías las diputadas, sino a todo diputado metrosexual --nada, que ver con el tamaño, oigan-- que siguiendo anteriormente al maestro Beckham , tengo la intención de montarse un baile de San Vito, con la melena a la derecha y luego a la izquierda. Sólo así, escucharemos lo que nos importa, apartando a un lado los remolinos. He dicho.

*Autor teatral