Conocí Cáceres cuando todavía no pertenecía a ninguna comunidad autónoma y era una de las dos extensas provincias de Extremadura, región lejana que habíamos estudiado en el colegio catalán de las modernísimas monjas de Jesús María cuya moderna pedagogía basada en la participación activa de las alumnas me ha acompañado en mi ya extensa carrera por la vida. En primaria aprendimos que era esta una tierra de climas extremos y de conquistadores, en Secundaria que su provincia hermana fue cuna de un rebelde y romántico que amaba la muerte y se mofaba de ella en el Canto a Teresa, y en el lejano COU leímos a Gabriel y Galán, y aún recuerdo que aprendió en el hogar donde se funda la dicha más perfecta, que buscó una mujer como su madre, cosa que tal vez a Freud le hubiera parecido mal pero a nosotras nos sonaba normal, y que las rimas regulares, el cristianismo y un profundo amor a su patria, a su familia y a su terruño caracterizaba a aquel para nosotras exótico poeta.

Me sorprendió cuando conocí esta tierra su campo fuerte, con todos los tonos de verde y todos los tonos de ocre, magnífico en su poder sedante mucho más eficaz que cualquier mindfulness de diseño y el contraste con el mundo urbano en invierno y playero en verano del que venía.

Tal vez la distancia temporal aumenta la nostalgia de unos años a la vez felices y difíciles, cuando, como tantos profesores al aprobar la oposición, sentíamos que ahora venía lo malo, obligados a aclimatarnos a toda prisa en septiembre y octubre a un destino rural con nuestros pequeñines a cuestas, siempre lejos de la capital en esta tierra enorme, acogedora, antigua y hermosa. Antigua para esta cateta de ciudad, sí, que no conocía el brasero de picón, ni había comido en su vida rabos de cordero, ni perrunillas, ni patatera. Ni había encontrado tanta gente buena que cuidó de ella cuando la necesitó. Gente auténtica, de costumbres austeras y alma elegante.

Muchas cosas se quedan sin decir pero, en este día de Extremadura, esta es mi particular medalla, otorgada sin reservas a una tierra que es la mía.

*Profesora